Quienes
Lo ocurrido en días pasados en Colombia ha dejado hilos sueltos que aún muchos tratan de entretejer. Desde los graves errores de medición por parte de las principales encuestadoras del país neogranadino, las causas que llevaron a que una aparente victoria segura del Sí terminara en un No imponiéndose de manera clara, e inclusive la alta abstención, son temas a considerar. Más que análisis políticos, que la amplia ignorancia de quien escribe estas líneas impiden hacer, sin duda hay elementos de la naturaleza humana que invitan a la especulación y, por qué no, a aventurarse con algunas hipótesis. Desde esta óptica tratar de comprender un fenómeno tan complejo es más un ejercicio intelectual que una aproximación concreta.
Un primer hecho que salta a la vista son las marcadas diferencias entre las regiones, y en especial que en aquellas donde el conflicto ha sido más agudo hayan sido precisamente las que abogaron por el Sí. Las hipótesis son varias, pero dos de las más creíbles son el hastío hacia el conflicto y el temor. En el caso de la primera, quienes viven de cerca la violencia disfrazada de lucha armada tal vez reconocen que de nada sirve seguir encerrados en un pasado de muerte que les impide vislumbrar un futuro de esperanza, en esa realidad aún sin perdonar lo mejor es aspirar a un poco de paz. En cuanto al temor, el mismo puede ser silencioso y simplemente haberse internalizado tanto que simplemente con ver rostros vinculados a las FARC los hayan “invitado” a votar por el Sí.
En el otro lado del espectro están aquellos que desde la lejanía votaron por el No. La principal razón aparentemente fueron los exagerados beneficios que el Gobierno pretendía dar a las FARC, sin un claro reconocimiento de los crímenes cometidos. Sentados en sus mesas a miles de kilómetros las personas decidieron que esto no era correcto, y optaron por exigir justicia antes que paz. El hecho es que miles de personas que viven el conflicto desde más lejos prefirieron acorralar más a las FARC y someter a una mayor presión al Gobierno.
Con estas dos realidades tan dispares sobre la mesa surge un tema fundamental de la naturaleza humana, la sobrevivencia. No hay respuesta única para estos asuntos, lo que hace más compleja la ya difícil tarea de un país que se debate entre reconocer a una minoría como una fuerza política que optó por las armas o como delincuencia encubierta en una falsa lucha.
Paz y justicia, ideas hermanas difícil de equilibrar, pero claves para cualquier proceso de transición en sociedades que aspiran a salir de la violencia. Temas sin duda que serán ejes fundamentales de los tiempos por venir en Venezuela.