Pequeñas equivocaciones

Ser gobernante no es un juego de poderes, es una responsabilidad demoledora que define el bienestar y el progreso de toda una nación, razón por la cual tienen que gobernarnos los comprobadamente mejores

“No es digno de mandar a otros hombres aquel que no es mejor que ellos”. Ciro el Grande

En esta Semana Mayor, los venezolanos tenemos mucho en qué pensar, meditar y reflexionar ante lo que nos está sucediendo.

Estamos padeciendo en carne propia el suplicio de habernos equivocado buscando el cambio para una sociedad que venía en franca decadencia y que terminó de sucumbir a 20 años de un pésimo gobierno.

Siempre he considerado que ese “mesianismo caribeño” que llevamos en la sangre y que nos lleva ciegamente a perseguir al hombre mas no a lo que realmente ofrece, a su palmarés, y su desempeño como hombre de Estado nos ha cobrado y nos está cobrando nuestra inmensa inmadurez política como pueblo.

Un gobernante no puede ni debe ser un líder carismático que por sus palabras bonitas o por su cadencia populachérica al hablar, nos pueda convencer tan fácilmente de que “ese es el tipo, es pueblo y habla como yo”, porque sencillamente un gobernante debe ser un Gerente, un hombre ducho y preparado, curtido en las luchas políticas y con experiencia en el desempeño de las funciones que le ha de demandar el mandato popular para regir los destinos de la nación y no aquel que nos va a llevar a “cruzar el Jordán”.

Sobrados ejemplos tenemos en la historia reciente, de los cuales pareciera que no hubiésemos aprendimos nada. Es como si el que estimularan el populismo exacerbado a través de un discurso bufo, vacío, lleno de insultos hacia el adversario y de promesas baratas, nos hiciera sentir tomados en cuenta, cuando en realidad solo es una burla gigantesca a quienes después tendrán que sufrir por los delirios de poder del elegido, se olvidarán de todo lo prometido y repartirán migajas o palos sea cual fuere el caso, de forma discrecional, sobre aquellos que inocentemente los eligieron.

La elección de un gobernante aparte de ser un acto serio y consciente, debe ser un acto estudiado y de conciencia, un acto ciudadano. Ser gobernante no es un juego de poderes, es una responsabilidad demoledora que define el bienestar y el progreso de toda una nación, razón por la cual tienen que gobernarnos los comprobadamente mejores. 

Eso depende de nosotros los ciudadanos que somos quienes los escogemos, no podemos por menos entonces que asumir “nuestros barrancos”, aceptar la alícuota de culpabilidad y hacer el aporte necesario desde el civismo más rancio y el total apego a las leyes de la República, para enmendar la equivocación cometida.

Y es que por un mal gobernante, se nos puede ir la vida como se nos está yendo después de 20 años a los venezolanos.

 

Visited 6 times, 1 visit(s) today