Gloria y Hannah, sugieren -con espíritu lao-tseiano- que: el poder político se ejerce derivado de la aceptación intersubjetiva entre el pueblo (soberano) y el mandatario. Lo contrario deviene de la usurpación del mandato respaldado por el uso de la fuerza, donde reina la opresión y la imposición
Hannah Arendt, en “los orígenes del totalitarismo”, critica la actuación de los jacobinos en la época de la revolución francesa. Igualmente, critica los totalitarismos, tanto de izquierda como de derecha de la época post moderna de la civilización occidental y su historia política. En sus obras comulga, conceptualmente, con lo que plantea Gloria Comesaña respecto a fuerza y poder y lo que plantea Nicolás Maquiavelo -en El Príncipe- entre la razón y la animalidad. Luego sendas acepciones contemplan un carácter subjetivo como ente de la sociedad, caracterizado entre lo que se quiere que sea y lo que debe ser (ética) como conducta del individuo y la responsabilidad ante un pueblo que le otorgó la potestad de mandatario.
“¡Cuán digno de alabanzas es un príncipe cuando él mantiene la fe que ha jurado, cuando vive de un modo íntegro y no usa de astucia en su conducta!” (Nicolás Maquiavelo).
Según Maquiavelo hay dos formas de defender gobiernos: con el uso de las leyes y con la fuerza. Lo primero es lo que conviene a los hombres, lo segundo pertenece esencialmente a los animales. El filósofo denuncia en su obra que con palabras encubiertas los antiguos autores enseñaron a los príncipes que a menudo no basta con utilizar las leyes, es preciso recurrir a la fuerza, por ello le es indispensable a un príncipe saber hacer buen uso de uno y otro enteramente juntos. También afirma que tal espíritu es inmanente a maestros mitad “bestias y mitad hombres”, y sugieren que el príncipe necesita saber usar a un mismo tiempo de una y de otra naturaleza, y que la una no podría durar si no la acompañara la otra.
Gloria y Hannah, sugieren -con espíritu lao-tseiano- que: el poder político se ejerce derivado de la aceptación intersubjetiva entre el pueblo (soberano) y el mandatario. Lo contrario deviene de la usurpación del mandato respaldado por el uso de la fuerza, donde reina la opresión y la imposición. Luego es régimen, no gobierno, pues el mando se concentra en individuos o en élites, fortalecidas por correlaciones de fuerzas (económicas, militares o religiosas). Ej. El fascismo, el nacionalismo nazi, el castro-comunismo, dictaduras derechistas y progresistas. En un verdadero gobierno reina el concurso, la pluralidad de entes asociados para desempeñar política en función de la cordialidad, la paz y la felicidad.