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En solidaridad con los presos, exiliados y perseguidos políticos víctimas de esta inviable “revolución”
En momentos de graves dificultades, es muy importante mostrar solidaridad. Y para la familia de Primero Justicia es de suma relevancia repudiar la injusta agresión a todos los presos, exiliados y perseguidos de un régimen que hoy recibe, no sin merecerlo, el repudio del 85 % de este país.
Para estos efectos, quisiera escribir acerca de la política, acerca de esa actividad que, según el Papa Pío XI, es la forma más excelsa de la caridad, del amor a los demás, después de la religión. La política es poder y libertad. No es poder que niega la libertad porque se convertiría en despotismo, ni es libertad que niega al poder porque se transformaría en anarquía.
El poder, entendido como un instrumento y no como un fin en sí mismo, es objetivo de la política. Quienes vemos la política como un apostolado, tenemos claro que el poder es un medio para el logro del bien común. Por eso el poder debe estar vinculado a la autoridad, que es una condición moral que produce respeto por quien detenta el poder. Poder sin autoridad o legitimidad, se pervierte hacia la tiranía.
La libertad es la facultad que cada una de las personas tenemos de obrar de una u otra manera, con el único límite -importantísimo sin duda- de la responsabilidad. Pero es necesario distinguir la libertad interior de la libertad exterior. Lo explica con magistralidad quien para mí es el político venezolano mejor formado y más elocuente de la generación de 1958, hoy también perseguido político, exiliado en Colombia, José Rodríguez Iturbe: “Cuando un sistema político niega la libertad, lo que cercena o impide con su negativa es, en realidad, la libertad exterior. La libertad interior, en efecto, es condición inalienable del alma. El hombre, aún privado de la libertad exterior, si tiene conciencia de su dignidad, por más que sufra tal privación, es y se sabe libre”.
Nuestros presos políticos, exiliados y perseguidos, son hombres y mujeres libres y más temprano que tarde podrán hacer uso de su libertad política en una Venezuela de progreso y bienestar.
En nuestra Venezuela actual se ha trastocado violentamente el concepto de la política. La búsqueda de la permanencia en el poder de los gobernantes más repudiados de esta era, los ha llevado a abusar del mismo y a acabar con las libertades. Mientras tanto, el pueblo sufre la peor crisis de toda su historia. A todos nos toca luchar para reivindicar al pueblo que muere por desnutrición, por la falta de medicinas o por el hampa impune. Esa lucha la estamos dando y se concretará cuando este año revoquemos al nefasto gobierno de Nicolás Maduro y elijamos a un nuevo presidente de la República.
Finalizo escribiendo sobre la Venezuela del futuro. De ese futuro que tiene que ser muy cercano si queremos evitar todo el sufrimiento de nuestro pueblo. Quiero que hoy nos llenemos de esperanza y de ilusión. Venezuela va a estar bien. Venezuela va a estar mejor. Llegará el día, pronto, muy pronto, en el que todos tendremos oportunidades de estudio y de trabajo, en que logremos reactivar el aparato productivo, en el que tendremos instituciones que se deban al pueblo y no a un presidente o a un partido político. Ese día reinará la justicia y podremos ver a todos los presos y perseguidos, libres a plenitud, ejerciendo su vocación, debatiendo sus ideas. Y nos tocará a todos recomponer a nuestra sociedad y enseñar a nuestros hijos que no podemos tener resentimientos y que a quienes hoy nos han perseguido tenemos que tratarlos con justicia, con perdón y con el respeto que ellos no tuvieron por nosotros.
Venezuela será el puntero de Sur América y la lucha de los presos, exiliados y perseguidos políticos, nunca será en vano. Venezuela vale la pena.