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La policía húngara lanzó gases lacrimógenos y chorros de agua a presión a cientos de refugiados que atravesaron una cerca de alambre de púas en la frontera con Serbia el miércoles, en tanto el flujo de migrantes empezó a tomar una ruta más larga hacia Europa occidental a través de Croacia.
Los exasperados migrantes del lado serbio arrojaron botellas de plástico a las filas de agentes antimotines y gritaron consignas por la reapertura de la frontera. La policía respondió con gases, pero aparentemente no hubo heridos.
Algunas mujeres se abrieron paso a la primera fila con bebés y niños en brazos, en una aparente súplica de piedad, pero nadie pudo cruzar.
El incidente tuvo lugar en un pequeño cruce fronterizo en Horgos, a corta distancia del cruce principal a Hungría.
La policía húngara dijo que ha arrestado a un total de 519 personas que intentaron cruzar la frontera sin autorización desde el jueves, cuando entraron en vigencia las nuevas leyes que penalizan el cruce desde Serbia. Las autoridades iniciaron 46 juicios penales, y hallaron culpable a un iraquí, en la primera condena basada en las nuevas leyes.
En los últimos meses, Hungría se ha convertido en el principal punto de ingreso de los migrantes a la Unión Europea. Muchos huyen de las guerras en Siria e Irak y más de 200.000 han entrado al país en lo que va del año. Casi todos ingresaron desde el Serbia y atravesaron Hungría rápidamente para llegar a Alemania u otros países europeos ricos.
AGREGADO:
ONU impactada
EFE. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, afirmó ayer que está "impactado" sobre cómo están siendo tratados grupos de emigrantes en países como en Hungría y dijo que la situación "no es aceptable". "Puede que algunos países tengan problemas nacionales, todos los tienen", pero "debemos ser compasivos con la gente que está huyendo de la guerra y de la persecución", afirmó Ban en una rueda de prensa en la sede Naciones Unidas.