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Quizás, lo más grave es que no se dispone de información oficial del BCV, tampoco cuáles son los objetivos que se persiguen en términos de la política fiscal y monetaria, que es la que determina los resultados de una política que pretende ser centralmente planificada, al no tener la capacidad de proteger nuestras reservas y mucho menos tener la posibilidad de poder promover la creación de divisas por actividades distintas a las petroleras; así como haber desviado hacia el Fonden, ingentes recursos que debilitaron las reservas internacionales.
También, el BCV convalidó la destrucción del FEM, creado en 1999 y destruido a partir de 2003, por cierto. Otro aspecto a considerar, es que el BCV aceptó la concentración y traslado de nuestras reservas internacionales en oro, que no es líquido, y su liquidez supondría un gasto importante por su traslado y seguro para su certificación.
El proceso de liquidación de nuestras reservas, empezó con el préstamo otorgado a Citgo, posteriormente la liquidación a precios de saldo de las cuentas por cobrar de Republica Dominicana y la amenaza que la deuda de Jamaica correrá la misma suerte. También, la pignoración de parte de las reservas de oro, aun depositadas en el exterior, la liquidación de la participación accionaria del país en refinerías del exterior y por último (por ahora), los dos retiros realizados en el FMI, de Derechos Especiales de Giro (DEG), que también forma parte de las reservas internacionales.
Es cierto que esta situación evidencia el grave problema que tiene el Gobierno con la carencia de divisas. Pero no se puede permitir, que se sigan agotando las fuentes de obtención de recursos, liquidando todos los activos de la república, máxime, cuando debemos enfrentar los pagos de la deuda externa, con el riesgo de enfrentar un default. No se puede descartar la necesidad de acudir a organismos multilaterales en búsqueda de créditos tolerables para solventar el problema, que nos acogota. Eso creemos.