Maduro
Basta leer las encuestas sociales que se realizan a las pacientes que consultan a nuestros hospitales públicos. Siempre se repite el mismo patrón; una mujer joven, analfabeta y desempleada, junto a sus cuatro hijos habidos con varios hombres, vive “arrimada” en un rancho a la espera del próximo querido que la mantenga y preñe para perpetuar la cadena de la miseria.
Y eso no es culpa del Imperio, ni de los ricos, ni del capitalismo. El problema comenzó con la organización social de la colonización española, la cual por una parte, destruyó las culturas autóctonas y, por la otra, no tuvo éxito en el trasplante de sus propias estructuras familiares. Ese vacío fue llenado por el concubinato que dio a las mujeres un predominio absoluto sobre los hijos (matriarcado) y a los hombres el derecho a la explotación sexual (machismo).
Hoy en día, el amante de turno es para la mujer un instrumento circunstancial y prescindible una vez que le da un hijo. Por su parte para el hombre, cada hijo es una nueva condecoración en su carrera ascendente como macho. Por mucho dinero que se le regale en forma de misiones, por muchos hospicios que se le dote, por muchas escuelitas que se le ofrezcan, lo que se hará es incrementar la pobreza, que es precisamente lo que ha ocurrido durante este nefasto Gobierno comunista.
Ahora la misión “Hijos de mi pueblo” les ofrece otro subsidio más para que los amantes de turno se lo beban y las sigan preñando. Y aunque suene cruel, esa es la dolorosa verdad que nadie quiere enfrentar. Porque ya existe el bono por hijo, el paro forzoso, el bono alimentario, la Canaimita, el CLAPy deje usted de contar, y a pesar de todo, lo cierto es que la brecha entre la pobreza y el bienestar social se sigue horadando. La explicación es que la ranchofilia se lleva en la cabeza y no en el bolsillo.
La semana pasada el Ministro de Trabajo, después de anunciar que se aumentaría el cestatique declaró: “no es cierto eso de que si aumentas el sueldo se incrementa la inflación”. El mismo día Maduro ordenó a los bancos del Estado dedicar el 30 por ciento de sus carteras de crédito al programa ‘Soy joven’, “para ayudar a miles de muchachos”. El populismo nos carcome mientras el camino certero hacia la pobreza total continúa. Que oiga quien tiene oídos…