En Venezuela, el esfuerzo propio, el sacrificio personal, el duro trabajo que es lo que hace que las personas y los pueblos progresen (como los tigres asiáticos) son desestimulados con las expropiaciones y requisas inquisitorias, mientras a la ignorante mayoría se le compra la conciencia con un bozal de arepas de un régimen sin escrúpulos cuya única finalidad es perpetuarse en el poder
Dice Petit Da Costa que la situación económica es insostenible y la social insoportable. Estamos hundidos en el colapso. Nos acecha el hambre y las enfermedades. La moneda se vuelve basura en las manos. Pasan los días y todo empeora. Ningún alivio. Nos agobia la rutina de la sobrevivencia. Nos estresa la desesperanza. Estamos desgastándonos como pueblo. Exhaustos en un vacío infinito.
Pues bien, a eso hemos llegado por el rayón ideológico de creer que el socialismo y la izquierda son lo mejor y la derecha y el capitalismo lo peor. Cuando los ideales se forjan únicamente basados en la sensibilidad social inmediata y no en el raciocinio y la realidad, el culto a la emoción prevalece y la respuesta a un problema planteado se hace más emocional que pragmático. No se puede pensar con el corazón.
Las desigualdades económicas y sociales siempre existieron (incluso en las naciones comunistas) y siempre existirán, ya que el hecho de que seamos iguales ante la Ley no lleva implícito una equivalencia de aptitudes. Es por eso que en los países civilizados y progresistas, el trabajo y la destreza siempre son recompensados.
Pero aquí, ese razonamiento suena a reaccionario, anticristiano, insolente y ofensivo. Todo debido a que el comunismo ha hecho creer que nuestra miseria, incapacidad y fracaso se lo debemos a los ricos y al imperio, como si la incultura y apatía de nuestro pueblo y sobre todo de los resentidos chavistas, no tuviera nada que ver con el problema.
Por eso en Venezuela, el esfuerzo propio, el sacrificio personal, el duro trabajo que es lo que hace que las personas y los pueblos progresen (como los tigres asiáticos) son desestimulados con las expropiaciones y requisas inquisitorias, mientras a la ignorante mayoría se le compra la conciencia con un bozal de arepas de un régimen sin escrúpulos cuya única finalidad es perpetuarse en el poder.
No es válido decir estoy en contra de Maduro, pero soy socialista o de izquierda. Ese limbo ideológico lo que sirve es para secuestrar incautos.Libérate de tanto mito tercermundista, sacúdete el complejo antiyanqui y convéncete que el socialismo es el camino más largo hacia el capitalismo triunfador. Por tu culpa estamos como estamos. ¡Cambia papá! Que oiga quien tiene oídos…