Precuota: el rostro del fracaso

Además de la tendencia hacia la hiperinflación se asoma en el horizonte la recesión, una combinación letal para todos los venezolanos

La desastrosa experiencia acumulada por las universidades autónomas en los años de “revolución”, que incluye una década de presupuestos insuficientes y congelados, no parece que cambiará en estos tiempos que se proyectan de caos económico, porque además de la tendencia hacia la hiperinflación se asoma en el horizonte la recesión, una combinación letal para todos los venezolanos, que en el caso universitario significa dejarlas postradas sin posibilidad de contar con un escudo protector para minimizar el impacto en los gastos de funcionamiento, los compromisos salariales y los beneficios estudiantiles, por ejemplo, ya que siguiendo la lógica gubernamental se debe castigar a las universidades con un presupuesto “ajustado” que en el caso de LUZ (Precuota 2016) es apenas el 20 por ciento de lo solicitado: tres mil 581 millones de bolívares de los 15 mil 326 millones de bolívares solicitados (Mppeucyt).

Si indigna la despreciable Precuota, no lo es más la forma de atender las vicisitudes de las universidades, haciendo que se tensen la relaciones Universidad-Gobierno nacional porque en los organismos del Gobierno se sospecha de todos, menos de ellos mismos. Los funcionarios crean un muro de desconfianza que hacen sentir que estamos extremadamente vigilados. Como consecuencia, no hay capacidad de inventiva, ahorro ni riesgo porque siempre se sembrará la sombra de la duda, en tanto que las autoridades universitarias se han convertido en pagadores de sueldos que ven amenazada su estabilidad por una posible intervención que eche por tierra años de esfuerzos puestos al servicio de la comunidad universitaria.

Hasta los momentos las comunidades a las que sirve LUZ, se mantienen estáticas respecto a la problemática que afecta, no solo a la institución sino a ellas mismas; porque si no se investiga ni se hace extensión ni se forman profesionales de calidad, el desarrollo y progreso no serán una opción viable, lo que incidiría en el nivel de vida de la población y peor aún, hará trizas el futuro de sus niños y jóvenes.

Ante esta situación, la universidad ha de fortalecer las relaciones con las diferentes organizaciones de la sociedad civil, en busca de solidaridad activa para que sea la base popular la que luche por su universidad, atada de manos y presa de una burocracia centralista que no respeta los más mínimos valores que dice defender. El instructivo de la Opsu para ejecutar la Precuota, así lo determina.

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