domingo, enero 19, 2025
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Pronosticar, predecir o adivinar

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Las situaciones sociales son mucho más complejas y por lo tanto más difíciles de pronosticar. Hoy en Venezuela sobran las predicciones, muchos más quienes están adivinando. Aparte están los pronósticos, que en principio son los que cuentan con mayor soporte racional

Conocer lo que ocurrirá en el futuro es tarea divina, a los hombres les queda en el mejor de los casos pronosticar con mayor o menor certeza según sea el caso, y en el peor de los casos adivinar. La diferencia en la precisión entre uno y otro es la información disponible y la cantidad de variables en juego. Si sabemos que un auto va a exceso de velocidad, en una carretera mojada y con el conductor en estado de ebriedad es bastante fácil pronosticar que ocurrirá un accidente. Las situaciones sociales son mucho más complejas y por lo tanto más difíciles de pronosticar.

Hoy en Venezuela sobran las predicciones, muchos más quienes están adivinando. Aparte están los pronósticos, que en principio son los que cuentan con mayor soporte racional. El problema de estos últimos es que su sustento es el pasado, se basa en datos de lo que ya ha ocurrido. Siendo esto así, ante situaciones negativas como la que actualmente vive el país es natural que todos los pronósticos sean negativos; lo contrario ocurrió hace 50 años, cuando todo marchaba bien era de esperar que todo luciera bien en el futuro, incluso hasta llegar a ser considerada una democracia consolidada.

Lovallo y Kahneman (2003) publicaron un artículo en Harvard Business Review titulado Delusions of Success: How Optimism Undermines Executives’ Decisions. Si bien dicho escrito está orientado al mundo de los negocios, pudiera servir de contexto para lo planteado antes. En esencia sugieren que en cualquier plan de negocio se suelen sobrevalorar los aspectos positivos del mismo y menospreciar los elementos negativos, dando como resultado errores de planificación importantes. 

Hoy en Venezuela en el plano social en general ocurre lo contrario, quizás haciendo alusión al artículo antes citado se pudiera hablar de “Delirios del fracaso”, y conectarlo con el pesimismo que ha consumido cada espacio colectivo en el país. 

Lo anterior no quiere decir que se deba negar la realidad, por el contrario se trata de comprenderla lo mejor posible. Pero para ello se debe salir de la superficie del “chisme” para descomponerla en sus múltiples elementos, y así contar con la mejor información posible para tomar en la medida que se pueda las mejores decisiones. 

Quizás hurgando bien, contextualizando la situación actual en su plano histórico y como parte de un proceso, será posible encontrar esas señales que indican que todavía hay una sociedad tratando de encontrar un camino para salir de la crisis que actualmente la golpea.

 

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