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Una de las técnicas de mayor éxito de la propaganda negra, atribuida al sociólogo alemán Paúl Joseph Goebbels, es la conocida como “principio de renovación”: “Hay que emitir informaciones y argumentos constantemente, a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público ya esté interesado en otra cosa y estas respuestas nunca deberán contrarrestar el nivel creciente de acusaciones”.
La propaganda, para el ideólogo alemán, debería afectar la política y los actos del enemigo de cuatro formas: Eliminando materiales convenientes que puedan dar al enemigo datos secretos útiles; diseminando propaganda cuyo contenido o tono hagan las conclusiones deseadas; obligando al enemigo, con detenciones arbitrarias, a revelar informaciones vitales sobre sí mismo; silenciar las actividades realizadas por el adversario con el objeto de ocultarlas o subestimarlas.
Goebbels, con su propaganda negra, fue un fanático predicador de la violencia nazi y su humeante rastro puede seguirse desde las luchas callejeras hasta la declaración de guerra total. Una de sus frases expresa que “el poder obtenido por las armas está bien; pero es mucho mejor conseguir los corazones de la población… y conservarlos”. La radiografía del alemán está de moda en las esferas gubernamentales venezolanas. Estos pasos se están cumpliendo en los actos donde se han visto involucrados dirigentes oficialistas.
El gobierno acusa el desgaste de permanecer mucho tiempo en el poder y sabe que se está quemando en las llamas del juicio publico. Ante los abucheos, las silbatinas y el sonido de las cacerolas, los jefes de la propaganda bolivariana utilizan uno de los principios más duros para desmoralizar a sus opositores, en vez de información, generan propaganda y, para imponer este criterio, suprimen la libertad de información, sustituyéndola por la publicidad oficial, reforzando este proceso con la estatización, por diversas vías, de los medios de comunicación masiva.
Las pretensiones de Goebbels estaban claras, con sus estrategias pretendía dominar al mundo, pareciera que los gobernantes criollos siguen sus directrices muy de cerca, pero en este caso, para gobernar eternamente a Venezuela, sin embargo, tal como lo hizo el alemán en su época, estos también fracasarán, porque hoy el mundo y, por supuesto, también Venezuela, camina, crece y se desarrolla de la mano de la gente honesta y trabajadora.