Pueblo, Gobierno y oposición incompatibles

La Venezuela de hoy es la antítesis del verdadero sueño por el que nos libertaron. Para el Gobierno lo primordial es mantener este caos, ser el “único que da” y doblegar a los venezolanos por las necesidades que él mismo crea, para doblegarlos “electoralmente”…

¿Qué es lo que el pueblo quiere? Jerarquizar qué queremos resolver los venezolanos es difícil, pues el chavismo ha hecho de nuestros problemas los más graves del planeta, como la inflación y la inseguridad. Hoy los habitantes de este país en vergonzosas ruinas deben comprar su propio dinero para obtener efectivo, pagando comisiones de hasta 100 % o más. Comprar es una odisea, no se consigue lo que se busca, si se encuentra no se puede pagar, bien sea por su costo, porque “los puntos no pasan” o porque las páginas de los bancos viven colapsadas evitando las angustiosas transferencias, este colapso no es por la cantidad de usuarios, sino por lo abandonado y atrasado de nuestro internet, de los sistemas de comunicaciones, el más lento y atrasado de la región.

El pueblo quiere, en líneas generales ¡Comer! Que cese la inflación, tener poder adquisitivo, que vuelva la producción para que retornen los alimentos accesibles, las medicinas, repuestos, todo lo que en cualquier país respetable es normal, pero tras 19 años de castrismo es un lujo para el 90 % de los de a pie. El pueblo no quiere elecciones amañadas que solo aseguran más de lo mismo. Los venezolanos somos demócratas, amantes del voto, pero el sufragio desde 2016 se ha convertido en una fiesta privada para PSUV, auspiciada por las instituciones que mantiene en situación de secuestro. La Venezuela de hoy es la antítesis del verdadero sueño por el que nos libertaron. Para el Gobierno lo primordial es mantener este caos, ser el “único que da” y doblegar a los venezolanos por las necesidades que él mismo crea, para doblegarlos “electoralmente” … mientras, una élite cívico-militar es privilegiada, todopoderosa.

La oposición por su parte debe enfrentar su tajante división y falta de contundencia, a pesar que cuenta con el Gobierno más rechazado de nuestra historia, no termina de generar empatía, conexión con la ciudadanía, motivado a la falta de resultados en los últimos tiempos. Unos llaman a la abstención, a la calle, al apoyo internacional, otros a votar, a esperar la “gente reaccione”, a un dejo de esperanza institucional ¡Vaya despelote!

Así, el venezolano se encuentra sin identificarse con su liderazgo político: no encuentra dignidad ni satisfacción, mucho menos agradecimiento, con quien hace de una cajita de comida y pírricos bonos el estandarte electoral, el modelo país. Tampoco conecta con quienes son la “esperanza de cambio” pero no saben qué hacer ¡Qué drama! 

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