miércoles, diciembre 11, 2024
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¿Quién es el enemigo?

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Venezuela vive bajo una dictadura e invadidos. La única posibilidad de sobrevivir como país es cambiando al régimen. Los líderes políticos, sociales, económicos y morales, tienen que entender que hace falta unión, presión interna e internacional

Hay que estar claros de quién es el enemigo, no me refiero a identificarlos. Los conocemos: Maduro, Cilia, Tibisay, Padrino, Diosdado, los Tareck, Delcy, Iris, Aristóbulo, Reverol, Bernal, Villegas, Vielma Mora, Carvajal, Oblitas, Hernández, Ramírez, la almiranta Meléndez… un puñado de sátrapas, a la cabeza de una banda que los secunda en la rebatiña de la Patria.

En realidad, sumando segundones, enchufados, traficantes, contrabandistas, ladrones y “jala-mecate” no son tantos, que una muchedumbre enardecida no pueda con ellos. Una manera de hacer Patria, es identificar dónde viven, se desplazan, trabajan, se reúnen o se esconden; estratégicamente es necesario, para actuar llegado el momento… que rindan cuentas a la justicia.

Pero ese es otro asunto, quiero referirme a la clase de gente que son ¿hasta dónde se puede convivir con ellos o lograr un acuerdo? Es preciso conocer el terreno, para no convertirnos en tontos útiles.

Lo digo por aquellos que confiesan a posteriori. Yo no sabía. Recordemos que la primera vez que te engañan la culpa es de ellos, la segunda la culpa es tuya, a menos que estemos ante un caso de complicidad disimulada.

Nadie esta engañado, sabemos quiénes son los castro-chavistas y de qué son capaces. Vivimos en un país sin rumbo, sin derechos, consecuencia de su actuación. Su objetivo era destruir la República, la empresa privada, la seguridad alimentaria, los derechos humanos… todo lo que necesitaban para imponer su proyecto: Oprimirnos, sembrar el comunismo y entregarnos a los Castro.

Quién puede creer que con esas perversas intenciones, se puede confiar en un acuerdo. Venezuela vive bajo una dictadura e invadidos. La única posibilidad de sobrevivir como país es cambiando al régimen.

Los líderes políticos, sociales, económicos y morales, tienen que entender que hace falta unión, presión interna e internacional, sanciones, protestas, denuncias, juicios y lobby, todo al mismo tiempo. 

Acciones que deben indicar el rumbo a un pueblo desesperado, que deben dirigirse a presionar la salida, a cercarlos, perseguirlos, atemorizarlos, sancionarlos y despojarlos de sus cuentas internacionales; hasta que entiendan que, de la transición, depende su supervivencia.

La negociación tendrá sentido cuando el régimen comience a respetar la oposición, cuando los que nos representan en esa mesa, estén investidos del apoyo popular. Los negociadores no están allí para representar sus partidos y mucho menos sus personas, representan los intereses de los ciudadanos y deben interpretarlos y defenderlos; un divorcio entre unos y otros deslegitimiza cualquier representación.

El país exige cambio, los síntomas de la paciencia agotada se vislumbran; frente a nosotros una posible masacre, la del bando que gane contra el otro. Lo vivió la Alemania de Hitler; Japón con Hiroshima; la coalición árabe con Israel, en la guerra de los seis días y también David contra Goliat; los que se creyeron poderosos e invencibles, pagaron caro su obstinación.

El país muere de mengua gracias a Chávez y su heredero, el pueblo lo sabe. ¿Quieres conocer el alma de tu enemigo? Fíjate bien en la mueca cínica del rostro de Maduro, Diosdado, Padrino o Delcy. Sonríen, se burlan de ti, que haces cola, del que perdió un familiar por falta de medicinas, de aquel que no consigue harina, verduras, pollo o gasolina; ese caradura que miente ante las cámaras, es el verdadero rostro de la dictadura.

Con los chavistas la mentira sí será televisada, tu opinión no importa, eres una ficha, a la que se obliga a vestirse de rojo, sacarse el Carnet de la Patria, a morir en una explosión de una refinería sin mantenimiento o defendiendo tus derechos. La crisis política y humanitaria que vivimos, no tiene precedentes en nuestra historia, porque no es producto de políticos ineficientes, brutos o corruptos solamente. Es producto de traidores, que nos arruinan para entregarnos como esclavos a Cuba. 

Es la obra de un gobierno delincuente, que se instaló en el poder. Traficantes de droga; contrabandistas de gasolina, ladrones de divisas, que alimentan el mercado negro; explotadores del hambre y la miseria, revendedores de los productos de las bolsas CLAP y millonarios súbitos con los dineros del Estado. Un país invadido por fuerzas extranjeras cubanas, que le entregó su economía a chinos y rusos a cambio de dinero rápido y armas. Donde Irán y los extremistas islámicos, sientan las bases para el futuro terrorismo del siglo XXI.

El enemigo del pueblo ha prohibido la protesta de estudiantes y obreros, a ellos se les asesina de manera selectiva, a fin de paralizarnos. Llegará la hora en que recuerden que la “salsa que es buena pa’l pavo y lo es también para la pava”.

Mientras tu mendigas una medicina, o rebuscas en la basura algo que comer, ellos disfrutan de los privilegios de la revolución; se visten de verde o de rojo, son la misma miasma. Se llaman María Gabriela, Jorge Rodríguez, Elías Jaua, Escarrá o José Vicente, son el efluvio dañino que desprenden cuerpos enfermos, materias en descomposición o las aguas estancadas.

Cuando tengas a un enemigo al lado, evítalos, son contagiosos, por el bien del cuerpo social deberían ser extirpados cual cáncer. Es necesario para que Venezuela entre en remisión. El enemigo ocupa cargos, es agente del régimen, no servidor público. Crea las condiciones para el control total de las instituciones, viola la ley, elije constituyentes ilegítimas, desconoce la voluntad del pueblo, hace fraude.

No se puede enfrentar como un ingenuo, aquí no hay nadie estúpido y el que no dice las cosas claras algo trama… algo oculta. No basta pedir elecciones libres, diálogo o paz, si paralelamente no se denuncian los abusos, las violaciones o el irrespeto a la ley, que acompañan la actuación oficial.

En Venezuela nadie les cree, pero mucho facilitador internacional repite sus mentiras, para darse buena conciencia, a sabiendas de que se convierte en cómplice de la destrucción. Por eso amigo no te confundas, tu enemigo no es un conductor de bus o de un camión con mercancías, ni el dueño de un abasto, ni un “bachaquero” con cinco productos.

Tu enemigo es el que montó este sistema oprobioso y el castrista invasor, contra él y sus intereses es que tienes que actuar. Identifícalos, los primeros son fácil, se la pasan declarando lo bien que nos va con la revolución, los segundos están incrustados en la administración. Averigua todo lo que puedas, denúncialos, revela sus direcciones, los sitios que visita, necesitamos precisarlos.

Hay que boicotearlos, restregarles en cara el desprecio, deben sentir el peso de la sanción moral presagio de la legal. No tengan miedo nos dijo Juan Pablo II cuando inauguró su pontificado, tenía razón.

Acabar con el enemigo, salir de Maduro y recuperar la democracia, será obra de los que no tienen miedo.

 

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