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Vieja controversia esta sobre los orígenes coloniales de la ciudad de Maracaibo, cuestión que aún no está resuelta y que sigue confundiendo a más de un profano. Para un historiador moderno y competente como lo es el doctor Germán Cardozo Galué, Maracaibo tuvo tres fundaciones. Ambrosio Alfínger, adelantado alemán en 1529, cuya “ranchería” fue bautizada como Lago de Nuestra Señora y que fue dotado de Ayuntamiento y teniente de gobernador. Más luego nos refiere sobre la refundación por parte de Alonso Pacheco en 1569 bajo una nueva toponimia: Ciudad Rodrigo de Maracaibo, dotándola de Cabildo. Y finalmente, en 1574, Pedro Maldonado logró poner en cintura a los belicosos indios zaparas, onotos, cocinas, toas y aliles que hasta ese momento no habían tenido ningún reparo en hostilizar tan precario poblamiento europeo. Maldonado, le cambió el nombre al asentamiento y le puso: Nueva Zamora Laguna de Maracaibo.
Es significativo señalar que los primeros poblamientos coloniales en Venezuela los llevaron a cabo los Wélser, banqueros alemanes, a través de numerosas expediciones que tenían como punto de partida la ciudad de Coro y bajo una estricta motivación crematística: encontrar El Dorado. Los primeros “fundadores” nunca fueron civilizadores; por el contrario, fueron saqueadores sin escrúpulos de ningún tipo.
El profesor Cardozo, con muy buen criterio, porque las conjeturas y los “posiblemente” sustituyen al dato preciso cuando se trata del pasado, deja abierta la cuestión que hoy nos ocupa, y no se decide en otorgarle la primogenitura ni a Alfínger ni a Pacheco, y mucho menos a Maldonado. En conclusión: decreta un empate técnico en términos históricos.
¿Saben que es complicado en la historia? Que los recuerdos coincidan, y mientras más remotos, la cosa es aún peor. En 1965, el doctor Ángel Francisco Brice, un aficionado de la historia, dirimió esta cuestión. Para ello toma como punto de partida la obra: La fundación de Maracaibo de Carlos Medina Chirinos de la Editorial Exelcior-Maracaibo y sin fecha de edición. El debate se suscitó en los predios del Centro Histórico del Zulia. Juan Besson, el “padre de la historia zuliana”, también se decantó por la tesis de Medina Chirinos en señalar al alemán Alfínger como el primero y único fundador de Maracaibo. Tesis objetada por Rafael María Baralt, Mario Briceño Iragorry, el hermano Nectario María y Guillermo Morón entre otros, aduciendo que la “ranchería” del teutón fue destruida y restablecida 40 años después por Pacheco.
Este debate es bizantino, y hasta inútil, porque se sustenta en pareceres contrapuestos y argumentos deleznables casi todos. No hay tampoco prueba documental fehaciente y unánime sobre esta cuestión. El que quiera asumir a cualquiera de los tres fundadores tendrá sus motivos; y está bien, y es lo plural y democrático. O habrá que esperar a que el poder establecido decrete la verdad oficial de acuerdo a sus intereses en el presente. Algo que por cierto se ha hecho tibiamente respecto a la Conspiración de Maracaibo, 1799 en donde un personaje imaginario: Pirela, es el adalid de una subversión pre-independentista; o el decreto más reciente que estableció el 28 de enero como Día de la Zulianidad porque la Provincia de Maracaibo se pasó al bando republicano en 1821 en la Independencia, metiendo en el saco del olvido, que en los 10 años anteriores, las autoridades coloniales de Maracaibo, encabezados por el capitán general Don Fernando de Miyares, se mantuvieron leales a la Monarquía hispánica y rivalizaron con los caraqueños de la Patria Boba iniciada en 1811.