Como
Venezuela, logra la independencia política tras centenarios sacrificios junto a la aguerrida valentía de los Padres de la Patria, que sellan la libertad el 24 de julio de 1821, en la Batalla de Carabobo. Desde la emancipación hasta hoy, con ciertas excepciones, no hemos hecho más que defendernos, cuando no, de la ignorancia o de la soberbia de nuestros gobernantes, ha sido, a causa de sus ambiciones desmedidas por el poder. Ahora, como paradoja, en el umbral del siglo XXI, este Gobierno de falso perfil revolucionario, socialista y bolivariano, cierra las libertades políticas, sociales y económicas. Además, compromete de manera peligrosa a la independencia política del país, por erróneas concepciones ideológicas y pésimo desempeño en sus funciones.
Pero esto no se queda aquí, pues por añadidura, cercena al futuro y la paz del país, porque somete a la población a las despiadadas torturas de la desidia, la escasez, la inflación y la especulación, que derivan en limitación, desnudez y hambre. Y es justamente por esta situación, que Venezuela nos necesita unidos y abiertos a la diversidad. Pues, los derechos de personas, solo se encuentran en el reconocimiento del otro en nosotros mismos, sin olvidarnos que solo somos, si en unidad salvamos al país del calculado latrocinio y beligerancia de este Gobierno. Por estos precedentes, las elecciones parlamentarias del 6-D, determinan a una de las más grandes oportunidades para lograr el cambio.
La patria nos necesita constituidos con la verdad, que nace del análisis imparcial de la realidad, para crear también, políticas imparciales. Además, esta lucha ineludible y cohesionada, nos llama a ser más idóneos en argumentaciones objetivas y propositivas que nos permitan abordar a lo político, social y económico con lucha constructiva y unidad armónica, en favor de los que respiramos dentro de ella, o de quienes son asfixiados en la cárcel y en el exilio, por razones políticas. Y con lo diferente, los hombres preclaros hacen la unión. No se puede concebir la patria sin libertad de pensamiento. Nadie puede darse libertad si piensa que el otro, el distinto, no tiene derechos y tiene que desaparecer hasta reducirlo a nada.
Quien humilla no gobierna, esclaviza. Y ante esto, Simón Bolívar acotaba: “La gloria no es mandar sino ejercer grandes virtudes”. Pues toda virtud honra a los pueblos. Y son los funcionarios públicos los que han de ser los protagonistas de estas virtudes. Todos deberían decir con Antonio José de Sucre: “Nada quiero que se me confunda (…) entre los que pretenden hacer de la República un despojo”. Y ojalá que los hombres de la FANB, hicieran suya, a la anterior y siguiente frase del Mariscal de Ayacucho: “Un ejército sin moral es más perjudicial que útil a una sociedad”. Porque, nuestros libertadores lucharon contra la arbitrariedad, la usurpación o contra cualquier otra clase de dominación, que humillara a la humanidad de los venezolanos. Fue una lucha de un tiempo para todos los tiempos. Y no hay libertad si la patria sufre opresión, segregación, exclusión, pobreza y hambre. Por ello, lo reiteramos en el ejercicio de nuestra ciudadanía, que los problemas actuales de los venezolanos son políticos. Y justamente por la vía política, han de ser resueltos.