Controlar
Haciendo una síntesis de los rasgos definitorios del populismo, señalaremos los aspectos ya tratados en anteriores entregas: 1) Antielitismo; 2) Exclusivismo; 3) Caudillismo; 4) Adanismo; 5) Nacionalismo; 6) Estatismo; 7) Clientelismo; 8) Centralización; 9) Control de los agentes económicos y 10) Doble lenguaje.
En esta entrega nos referiremos a los dos últimos rasgos de esa terrible enfermedad de la política que frecuentemente utilizan los dictadores para engañar a sus pueblos a punta de promesas y de todo aquello que le agrada al pueblo escuchar, aunque a veces sepan, presienten o intuyan que les están mintiendo.
El caso más notorio de controles de los agentes económicos es cuando se somete por completo al Banco Central de la nación y la manipulación de los demás agentes económicos, tales como el control de cambio, leyes sobre supuestos “precios justos”, pechar con asfixiantes impuestos a comerciantes e industriales, controlar las fuentes de producción nacional. Controlar al Banco Central es altamente dañino para la salud económica del país, habida cuenta de que los gobiernos autoritarios pueden disponer a voluntad de la reserva en pro del Gobierno, así como también poner a andar la “máquina de fabricar billetes” cada vez que anden cortos de moneda para el público y la banca, produciéndose dinero inorgánico, vale decir, un papel que no tiene respaldo en oro.
Y por último, un Doble lenguaje, donde juegan con los significados de las palabras, la semántica y el sentido o espíritu de lo que se está diciendo. En criollo no es otra cosa que “darle la vuelta” al sentido o significado de lo que se está diciendo. También significa “torcedura”, “contradicción”, cambiándolo todo para que en verdad nada cambie: Montaner, el columnista de opinión del Nuevo Herald en Miami, lo explica magistralmente así: “La semántica se transforma en un campo de batalla y las palabras adquieren un significado diferente. En ese orden de ideas, “democracia” viene a significar dictadura; “libertad” se convierte en obediencia; “lealtad” en sumisión; “patria” “nación y caudillo” se confunden en un mismo vocablo, calificándose de “traición” a cualquier discrepancia.