Rastrean en el oeste al asesino del liceísta

En ningu00fan momento la madre del occiso se separu00f3 del fu00e9retro. (Fotos: Gabriela Sanz)u00a0

La Policía científica buscó al “Jok” en su casa, en Alma Bolivariana,  y en la residencia de su novia, en el barrio 23 de Marzo. No lo encontraron

Denith Zabala hizo vigilia al lado de la urna de su hijo, Freidy Eduardo Castro Zabala (14), a quien asesinaron en la cancha del liceo Baralt el pasado miércoles. Acostada sobre una mecedora, de cuando en cuando, abandonaba su silencio, gritaba el nombre de su hijo y recomenzaba su llanto.

En el barrio Brisas del Norte solo pedían que atraparan al asesino. Esperan que antes de darle el último adiós al estudiante, su homicida esté tras las rejas. La Policía científica obtuvo la identificación del “Jok”, un adolescente de 17 años, quien formó parte de la matrícula del liceo Baralt hasta el año pasado, cuando la directiva lo expulsó por incurrir en actos de vandalismo, distribución de droga, porte de arma de fuego dentro de la institución educativa y su supuesta participación en el robo a una jueza. 

La tarde después del crimen, los investigadores obtuvieron el nombre completo del sospechoso y su foto. Antes del anochecer, la puerta de una vivienda en el barrio Alma Bolivariana caía bajo los pies de las fuerzas de la ley. Era la casa del homicida, quien al parecer nunca llegó al lugar luego de cometer el crimen. La búsqueda se desplazó hasta la casa de su novia, en el barrio 23 de Marzo. En ningún lado lo encontraron. 

Los familiares del joven indicaron que un supuesto cómplice del “Jok” estaría retenido en los calabozos de la Policía científica. En el cuerpo detectivesco no confirmaron esa declaración, aunque destacaron que en las próximas horas darían con su paradero para colocarlo tras las rejas y a la orden del Ministerio Público. 

Asombro 

Durante las exequias de Castro, sus parientes y los vecinos de la calle 18 con avenida 21F, donde residía el joven, comentaban: “Ya no se puede estar ni el liceo. Y ahora te matan por un potecito”.

Al escuchar la plática, la madre del estudiante dijo a los periodistas que el teléfono de su hijo era un ZTE de un modelo común y corriente. Aseguró que este año esperaba ver a su hijo en el liceo militar donde estudian sus hermanos mayores, quienes le gestionan el cupo. 

Zabala juró que su hijo vivía para los estudios. La mujer hizo una pausa para recordar que el año pasado hubo una especie de riña. “Mi hijo era tan tranquilo que lo golpearon porque no quiso participar. A los otros los suspendieron”. 

Hoy es la despedida final. Lo sepultarán en el Cementerio de Santa Cruz de Mara a las 11.00 de la mañana. Se espera que un grupo de docentes de su liceo acudan en representación de la institución y rindan honores a un buen alumno. 

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