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La conciencia moral, desde el punto de vista filosófico, la podemos analizar desde varios puntos de vista. En uno de ellos concebimos a la conciencia moral como innata; se supone en este caso que por el mero hecho de existir, todos los hombres poseen una conciencia moral, en un sentido análogo a como se supone que poseen ciertos principios intelectuales. En otro caso, la concebimos como adquirida; puede estimarse que se adquiere por educación de las potencias morales ínsitas en el hombre, o puede suponerse, más propiamente que se adquiere en el curso de la historia, de la evolución natural, de las relaciones sociales, etc. Una consecuencia de esta teoría es, la que la conciencia moral, no solamente puede surgir o puede no surgir en el hombre, sino también la de que, su contenido depende a su vez de su acción natural, histórica y social.
Ni en el “comandante eternamente enterrado”, ni en el engendro heredero y sus cúpulas políticas, que han tenido muy pocas variantes en el desempeño, por el simple hecho de su acción, no existe ni de forma innata ni adquirida, conciencia moral; al contrario, dentro de las mismas perspectivas se construyó en los hombres del régimen una “conciencia inmoral”, que subyace de manera subrepticia en su comportamiento político-ideológico. La deshonestidad es la principal fuente de gestión y lo vemos con los manejos no transparentes de los dineros públicos; la corrupción está apegada al fluido sanguíneo de la República.. La conciencia inmoral es la “doble moral” del régimen y sus protagonistas: ser rico es malo; decía el arañero de Sabaneta, como todo un retórico griego, para esconder sus verdaderas intenciones. La familia Chávez Frías, pasó de ser una familia de clase media baja, a clase supramillonaria de manera grotesca y grosera; hoy tienen cuentas bancarias en dólares y propiedades en el estado Barinas, en Venezuela y en el mundo que superan la racionalidad. Igualmente ocurre con la Familia Maduro Flores, que pasaron de “patas en el suelo” a grandes potentados y miembros de los nuevos ricos de la sociedad venezolana.
Mención especial de conciencia inmoral, es el caso de María Gabriela Chávez, hija predilecta del residente del museo de la montaña, que, según medios especializados en área económica: Forbes y diario Las Américas, aseguran que el personaje de marras tiene cuentas en EEUU y en el Principado de Andorra que superan la bicoca de 4 mil millones de $; una persona sin mérito, sin inversión empresarial e industrial que le generara esas ganancias, es decir, que la justificación es que su padre se las robó del erario nacional. Así podríamos nombrar a cientos de venezolanos (todos conocidos) que se enriquecieron y a la vez desmadraron al país, causando miseria y muerte a sus habitantes. En estos días, un diputado del PSUV de apellido Roa, afirmó: la ruina económica del país, se debe a ese “pueblo viajero” que acabó con las divisas que podrían haberse usado para compra de comida y medicina. ¡Descarado, sucio!, ¿por qué no dijo nada de los más de 300 mil millones de $ que empresas de maletín sacaron del corazón económico institucional del país y que también engrosan las cuentas en el exterior de funcionarios del régimen y de los dirigentes del PSUV?.