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Venezuela tiene que reaccionar ante la arremetida visceral de los comunistas, y de la cual son víctimas sus habitantes; los ineptos e impúdicos que conforman los poderes públicos, están agotando su paciencia y eso puede conllevar en los próximos días a situaciones lamentables donde, la violencia y la muerte, pueden ser sus consecuencias directas. El engendro heredero que dirige el régimen es el “hazmerreír” del continente; estamos en presencia de un beocio con un grado superlativo de torpeza que francamente da tristeza en lo que se ha constituido la realidad política de nuestro país. La máxima expresión de este descalabro de la inteligencia, es la manera de actuar en su recurrencia ideológica para atender la gravedad de los problemas que nos afectan en lo físico, en lo psíquico y en lo espiritual, donde ciertamente este oscuro personaje queda al descubierto como una persona que dista mucho de estar capacitado mentalmente para gobernar.
Mientras estos señores ignaros sigan al frente del régimen, no hay respuestas para nada de lo que aquí ocurra, solo mentiras, sandeces, burlas, y la aplicación de un militarismo extremo para meter miedo a la población e impedir cualquier tipo de movilización de rechazo a sus actuaciones al frente del régimen. El engendro heredero y el combo de impúdicos que le acompañan son culpables directos de desestabilizar el país, en un momento delicadísimo de su situación económica y de relaciones internacionales, para intentar aferrarse al poder. En un país medianamente serio donde funcionen las instituciones del Estado, el engendro heredero, fundamentalmente, sería “inhabilitado” por precariedad mental del ejercicio de Gobierno. La mayoría del país, se pregunta ¿si este señor tiene conciencia, si se ha dado cuenta de que ha sido y es el más incapaz e inepto gobernante que Venezuela haya tenido a lo largo de su historia republicana?.
En Ecuador, hace ya unos años, se destituyó al presidente Bucaram con el argumento de “incapacidad mental” y estoy convencido de que el engendro heredero tiene menos capacidad mental que Bucaram; éste último por lo menos coordina su hablar y es más coherente. La AN debe, por su inmediatez, explorar esta opción y convocar al país: a sus instituciones públicas y privadas, a la Iglesia católica, y otras a presionar, con la fuerza de la calle, al TSJ para lograr su destitución. El tiempo pasa, inexorablemente, y la destrucción total está cerca, muy cerca.