Venezuela
Casi la totalidad de los venezolanos la estamos pasando mal. Pero quienes representan el mayor porcentaje y están en la pobreza, porque siempre han estado allí o porque se han empobrecido, están sufriendo de una manera inhumana. La indolencia y el cinismo de este Gobierno debe apurarnos a buscar ese cambio constitucional que el país exige. En estos días he tenido muchas experiencias tan dramáticas como indignantes en mi estado Zulia. Les cuento tres.
En un barrio del oeste de Maracaibo, íbamos casa por casa, y al llegar a una casa vimos a una señora joven peleando con su hijo de unos siete años, casi pegándole. Cuando intervinimos y preguntamos qué pasaba, la madre nos dijo: "Es que este niño no entiende que hoy no le toca comer. A él le toca mañana".
Recientemente estuvimos varios diputados en el Hospital General del Sur. En medio del recorrido se acercó a nosotros una indígena yucpa, pegando casi alaridos y exigiendo ser escuchada. En síntesis, luego de ver la historia de su esposo, nos dimos cuenta de que había tenido una fractura en una pierna y que por no tener los insumos para atenderlo, en ese momento estaban decidiendo cortarle la pierna ya necrosada. En nuestra visita del Martes Santo a la Sierra de Perijá, fuimos a visitar a esa familia: el señor sentado esperando muletas y silla, y la señora y sus cuatro niños en medio de la peor de las miserias.
En estos días santos, fuimos a visitar a una dirigente de Primero Justicia. Su trabajo está dando pocos resultados. Llegamos a su casa a la 1.00 pm y nos dijo que no había levantado a sus hijos para que no tuvieran que desayunar y que ya les estaba preparando el almuerzo que era arroz con un huevo. Nos dijo que por primera vez en su vida se sentía en un nivel de miseria que no podía tolerar.
Estas cosas reafirman que tenemos la responsabilidad de luchar con inteligencia y constancia para sacar a los desidiosos que ostentan el poder. Venezuela está en manos de gente inescrupulosa a quienes solo les interesa el pueblo en la medida en que les es útil para su fin último que es el poder por el poder. Espero que esta indignación sirva de estímulo para lograr ese buen objetivo y que Dios nos permita una conducción dirigida al progreso y al bienestar de la población.