Resiliencia

La resiliencia es ejemplar, como onda expansiva produce en quien la contempla un proceso que lleva al fortalecimiento de la propia potencialidad resiliente. Esta capacidad que todos tenemos por nuestra condición de humanos se llama resiliencia

“Disfruto de todo lo que pueda disfrutar”, dice Agustín con una sonrisa tímida. Tiene 21 años y hace tres que solo puede mover la cabeza. Sufrió un accidente donde se quebró el cuello y quedó tetrapléjico. Estudia ingeniería mecánica y como buen argentino es fanático del fútbol. De chico siempre lo practicó y la silla de ruedas no lo detuvo a seguir. 

Agustín, como tantas otras personas supo sobreponerse al dolor, a la tragedia y salir adelante. Resurgir. A pesar de que una suerte de “marketing de la vida” se encarga de que tengan más prensa o impacto los costos del trauma y el dolor. Ante sucesos extremos, un elevado porcentaje de personas “muestra una gran resistencia y sale indemne o con daños mínimos del trance, en términos psicológicos”. Esta capacidad que todos tenemos por nuestra condición de humanos se llama resiliencia.

La etimología de la palabra que proviene del latín resiliere,  indica que “Resiliencia es saltar hacia atrás, volver a saltar, rebotar”. El término resilient se introdujo al idioma inglés y, en el ámbito de la física, alude a la capacidad que tienen algunos metales de recuperar su estructura luego de una deformación. Resulta inquietante la afirmación acerca de que la mayoría de la gente que sufre una pérdida irreparable no se deprime. No se trata de negar o minimizar el dolor, sino de encontrar otra manera para sobrevivir.

Los que sobreviven al hambre, la pobreza, la exclusión, sobrevivientes de este mundo desigual. Todos son resilientes. Los niños que en las situaciones más adversas se esfuerzan por estudiar y tener un futuro digno, o los que como Agustín una imposibilidad física no lo detiene a seguir la universidad, a hacer deporte. No lo detiene a disfrutar la vida. La resiliencia es ejemplar, como onda expansiva produce en quien la contempla un proceso que lleva al fortalecimiento de la propia potencialidad resiliente.

Los lazos de cariño y contención que podamos construir forman una red que ayudan a amortiguar la caída y nos impulsan a levantarnos. Eduardo Galeano, entre otras grandezas, escribió sobre las utopías: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre 10 pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. La resiliencia está ahí con nosotros. Nacemos con la posibilidad de que esas utopías que nos motivan a continuar algún día nos hagan caminar tan lejos que dejen de serlo y se convierten en realidad. Tenemos la gran capacidad de que si nos caemos podamos volver a empezar. 

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