Resiste
Durante toda la vida aprendemos de nuestras experiencias, malas o buenas. Observamos la manera cómo otros actúan, cuando se tiene éxito o cuando fracasan.
Reconocemos el talento ajeno, sus capacidades. Tenemos la suficiente conciencia para diferenciar entre aquellos que utilizan sus habilidades para hacer el bien y aquellos que las utilizan para hacer el mal.
Aprendimos también a reconocer al que miente, al que intenta engañarte o traicionarte, probablemente después de haber sufrido las consecuencias de sus actos deshonestos.
La vida resulta una escuela permanente, donde nada termina por extrañarnos, porque los seres humanos con los que compartimos nuestra realidad son de toda índole. Encontramos los honestos, los positivos, los que se equivocan, pero se corrigen, también cruzamos los negativos, los que intentan manipularnos, chantajearnos o hacernos mal.
Hemos cruzado estadistas, altruistas, gente preparada, también perversos, aprovechadores, ignorantes. Todos ellos también han influenciado nuestra existencia e impactado nuestro futuro.
La sabiduría llega con el tiempo, cuando entendemos que todo fue necesario para convertirnos en lo que somos. Para comprender que inclusive esos momentos terribles, que hubiésemos preferido no tener que vivir; luego de analizarnos, nos sirvieron para aprender una lección de vida, que nos ayuda a crecer.
Cuando joven estudiante, en mi Maracaibo natal, pensaba en el futuro; sentía que el país se preparaba con sus nuevas generaciones. Venezuela contaba con una democracia sólida, una sociedad permeable y una gran capacidad de ascensión social, existían problemas, pero reinaba el sentimiento que avanzábamos en buena dirección para corregirlos.
Sin embargo, la realidad actual nos golpea, ¿qué paso para que un país próspero llegara a convertirse en la ruina actual? Para que nos convirtiéramos en un país sin futuro, porque su aparato productivo fue destruido voluntariamente, en un país endeudado por irresponsabilidad gubernamental y un país expoliado de manos de unos gánsters que se incrustaron en el poder para robar sus recursos.
Nos despeñamos por este abismo el día que Chávez ganó unas elecciones, con un mensaje de odio y de venganza. Ese día muchos olvidaron las lecciones de la vida y dejaron que sentimientos negativos invadieran su alma, la llegada de un régimen embriagado de poder, dinero y violencia, es la causa originaria de la terrible situación de deterioro, que vive el pueblo venezolano.
Hoy pienso en mi país, en mi carrera profesional perdida porque Chávez y su banda, decidieron poner su gobierno al servicio del terrorista Carlos. Pienso en ello haciendo un paralelo que, en el gigantesco drama venezolano, muchos ciudadanos lo viven en su vida personal.
Pienso en los jóvenes que han perdido sus vidas, bajo las balas de cuerpos de seguridad, que existen porque tienen la obligación de protegerlo; pienso en sus familias. Recuerdo la enorme lista de presos políticos, de exilados, de perseguidos, de venezolanos golpeados, vejados y torturados.
Recientemente en una entrevista me preguntaron, ¿Cuando usted mira hacia atrás, qué piensa sobre todos esos años? Pienso en todos esos años de vida productiva perdidos, pienso en el sentimiento de abandono, de privación de tus derechos, pienso en la inseguridad con la que tienes que sobrevivir… pienso en las amenazas y en los recursos que el Gobierno chavista empleó para destruirme.
Así imagino cómo han vivido tantos compatriotas perseguidos. No es fácil no poder ni siquiera contar con una dirección, para no correr riesgos de ser localizado, o tener que salir del país que te acoge, porque en el avión presidencial, viene un pasajero con la intención de hacerte daño.
El hecho de haber sido secuestrado por el terrorista Carlos y estar convencido de que no iba a sobrevivir, deja trazas. Por años no pude hablar de ello, sin embargo, la terapia fue escribir y comenzar a dar declaraciones que, me ayudaron a liberarme.
En una ocasión, haciendo referencia a mi persona, el terrorista Carlos dijo “Detrás de su prepotencia exaltada, se esconde el terror histérico, frente a su incierto futuro” por supuesto que entendí su amenaza. Pero no logró reducirme al silencio… ese es mi consejo a todo el que sufre persecución y amenazas, no se calle, denuncie… hablar te hace fuerte, por dentro y por fuera, recuerda que, si algo llegara a pasarte, todo el mundo sabrá dónde ir a buscar al culpable.
Evidentemente cuando uno vive con dos enemigos de esa talla, el Gobierno de tu país y un terrorista, hay que tomar precauciones. Si alguna lección he aprendido de esta experiencia, es que se necesita coraje para vivirla… coraje físico para actuar, aunque sea peligroso; coraje intelectual para continuar siendo tú mismo, aunque todo esté contra ti y coraje moral para evitar, que el miedo tome posesión de tu persona… solo es posible, si tienes tu conciencia tranquila.
Tengo el sentimiento de haber atravesado un desierto en solitario, me prohibieron mi país, redujeron mis derechos, destruyeron mi futuro profesional, me sometieron a injusticias y calumnias, pero nunca pudieron alcanzar mi interior, donde sigo siendo libre.
Al compartir estas reflexiones, busco probablemente un desahogo, pero también compartir con todos esos venezolanos que de una u otra manera sufren persecución y atropellos, especialmente en aquellos que resisten, que no se venden, que llevan en su piel y en su alma las marcas de la tortura, de alguna manera quiero decirles que no están solos… a ellos rindo homenaje, son valientes.
La vida me enseñó a valorar otras cosas, a contar con menos “amigos”, a vivir con menos recursos. Me enseñó también que ella es como un círculo y que tarde o temprano, el mismo da vuelta. Aprendí que es mucho más importante ser; a diferenciar entre el político sincero y el oportunista de siempre… entre el que dice verdad y al que se le rueda el barniz.
La Venezuela de mañana contará con una generación que resistió, que sufrió, pero que supo mantenerse por la vía correcta. En el camino quedarán atrás los traidores a la patria, pero también los politiqueros de oficio; los negociadores ocultos; los que aparecían solamente en los momentos electorales, esperando después obtener un cargo.
Resiste amigo venezolano, no vendas tu conciencia ni el futuro de tus hijos. Los finales de un régimen siempre son duros y sangrientos, pero al final… después de la tormenta, sale de nuevo el sol.