Dos décadas de negligencia y corrupción desenfrenada, US $ 60 mil millones de los 110 mil millones asignados a la infraestructura eléctrica, han hecho que la red eléctrica, se alterne entre cuidados intensivos y soporte de vida artificial
El 7 de marzo, después de veinte años de gestación, sucedió lo impensable, la red eléctrica de Venezuela se apagó, hundiendo al país en un apagón, desatando un caos y miseria humana sin precedentes. Técnicamente, la causa raíz que desencadenó esta calamidad, por ahora se desconoce y es un secreto de estado, por un régimen fallido que mata a los trabajadores eléctricos, incluso sólo por hablar de ello, si son detectados. Pero lo que no es cierto, son las extravagantes explicaciones presentadas por el régimen para culpar al gobierno de los Estados Unidos.
El 25 de marzo nuevamente el país se nos apaga…
Dos décadas de negligencia y corrupción desenfrenada, US $ 60 mil millones de los 110 mil millones asignados a la infraestructura eléctrica, han hecho que la red eléctrica, se alterne entre cuidados intensivos y soporte de vida artificial.
Los retos, riesgos asociados financieros, técnicos y políticos son enormes.
En tres pasos esto es lo requerido:
1) Venezuela necesita un nuevo gobierno, con un cambio drástico para los políticos aspirantes actuales, libre de todos los vicios que han traído a Venezuela al barranco actual.
2) El mantenimiento es el enfoque, para recuperar la infraestructura existente, de modo que se pueda minimizar la deuda externa y así acelerar la recuperación que clama con urgencia la nación.
3) Los pasos 1 y 2, son solo alcanzables, sí y sólo sí una organización de alto rendimiento es asignada y compuesta por profesionales éticos, capaces, probados, competentes, incorruptibles, con un carácter austero, para sacar a la red de su situación de implosión actual, que pueda tener autonomía y libre de interferencias políticas. Profesionales que pongan los mejores intereses del país al largo plazo por encima de sus intereses. Debemos ser parte de algo más grande que nosotros.
Caso contrario, se garantiza el fracaso de la gobernabilidad en un gobierno de transición, una vez ocurra el cese de la usurpación. Esto sería un fracaso inadmisible para Venezuela y nuestro hemisferio. Ya es más que hora de actuar.
¡Pa´ lante que para atrás espanta!