En apenas dos años, correspondientes a la fase aguda de la pandemia, entre 2019 y 2021, la humanidad perdió 1,8 años de esperanza de vida, reveló este jueves 15 de mayo la Organización Mundial de la Salud (OMS) al presentar el compendio de sus estadísticas anuales.
Se retrocedió así lo que tardó dos décadas en lograrse y representó el mayor retroceso de esperanza de vida en la historia reciente.
Ello, además, de los decesos provocados por la covid-19, que fueron 7 millones según las cifras oficiales notificadas a la OMS, aunque esta misma organización estimó que en realidad fueron más del doble si se toman en cuenta las muertes directas e indirectas.
De acuerdo a las estadísticas sólidas que solo recientemente se completaron para esos años, la pandemia causó una caída generalizada en el bienestar físico y mental de las poblaciones, por lo que se redujo la esperanza de vida y la esperanza de vida saludable.
Los trastornos de ansiedad y depresión, disparados por la crisis sanitaria, tuvieron un fuerte impacto y se les considera responsables de una reducción de seis semanas en la esperanza de vida saludable, borrando prácticamente todo lo que se avanzó en la lucha contra las enfermedades no transmisibles, afirmó la OMS.
En la misma línea de retrocesos o estancamientos en la salud global, las estadísticas muestran que las muertes maternas e infantiles no están disminuyendo lo suficientemente rápido, una desaceleración que se produce después de un largo período (entre 2000 y 2023) en el que las muertes maternas cayeron más del 40 % y la de niños menores de cinco años se redujeron a la mitad.
“La falta de inversión en atención primaria, la escasez de personal sanitario calificado y las deficiencias en servicios como la vacunación y la atención segura al parto están frenando a muchos países”, lamentó la OMS.
Las proyecciones apuntan a que en 2030 el mundo tendrá un déficit de más de 11 millones de profesionales de la sanidad.
También preocupa que la cobertura de vacunación infantil esencial no regrese a los niveles alcanzados antes de la pandemia.
A pesar de ello, hay áreas de la salud con avances, en particular en el combate de enfermedades como el VIH/Sida y la tuberculosis, cuya incidencia disminuyó en las últimas dos décadas, así como el aumento en este período de personas que viven de forma más saludable.
Esa mejora se atribuye a la reducción en el consumo de tabaco, la mejor calidad del aire y a un mejor acceso al agua, la higiene y el saneamiento.
No obstante, los recortes de la ayuda internacional, incluida la destinada a financiar programas sanitarios de todo tipo en países pobres, causan nuevas preocupaciones.
Estados Unidos, que procedió a los recortes más drásticos, destinaba a través de su agencia de desarrollo más de 12.000 millones de dólares a programas de salud global en el resto del mundo.
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