Con todo rigor, la propuesta de tomar el 70 por ciento de la producción nacional, sólo agravará más la hecatombe y el poco optimismo nacional Es cierto que las medidas que desea tomar el régimen le descomponen el ánimo a cualquiera
Siempre la esperanza viene a cuento, cuando las nubes aciagas arropan el firmamento. Parece una frase hecha a medida para evitar el desplome de las emociones diversas, en una nación con tantos años ingratos y un futuro poco alentador ante los hechos.
Al primer golpe de vista, Venezuela parece un país irremediable. Es blanco de las habladurías, de los análisis desalentadores y de la preocupación extrema frente a tantos seres humanos sumidos en la miseria, el hambre y la burla. Los niveles de inflación son de asombro internacional y las medidas para acallarlos, son tan detestables como absurdas.
Es cierto que las medidas que desea tomar el régimen le descomponen el ánimo a cualquiera. Con todo rigor, la propuesta de tomar el 70 por ciento de la producción nacional, sólo agravará más la hecatombe y el poco optimismo nacional. Ese ha sido el círculo interminable de estos casi 20 años de angustias: fortalecer al Estado, acabar al empresario, preocupar con hambre al ciudadano y desfigurar al país.
Pero Venezuela no está desguarnecida ni echada al olvido. Ya nadie recuerda que en un momento dado, el chavismo fue considerado como democrático. También se perdieron los esfuerzos del billete para comprar la conciencia de instituciones, representantes y países enteros. Hoy se repararon los pesos de la conciencia internacional y podemos observar energías más claras para algún cambio estricto en las decisiones hemisféricas.
El recién electo presidente de Colombia, Iván Duque, ha manifestado con un sólido discurso y una determinación inalterable, que buscará alianzas con otros jefes de Estado para reafirmar las denuncias ante la CPI, sobre violaciones de derechos humanos en Venezuela.
Mientras, el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, quien parece ya un emisario inconmensurable para el derrumbe del régimen, instó en Ecuador esta semana a los países de América Latina a tomar acciones para aislar al Gobierno de nuestro país, alegando riesgo a la seguridad de todos y ofreciendo esta vez, dos millones de dólares a Quito para atender a los emigrantes venezolanos.
Las cartas del destino están echadas. Las oraciones fervorosas dispuestas a resolver los entuertos, así como la conciencia internacional mejor razonada para restituirle la dignidad intacta y los buenos oficios a la nación más bella del planeta.