San Francisco, territorio de reyezuelos

Tristemente nuestro paladín de la justicia, se ha erigido como un pequeño reyezuelo, que considera al municipio San Francisco como un feudo medieval

Resulta que el alcalde del Municipio San Francisco, se ha transformado en una especie de Robin Hood de segunda categoría, aunque ya no se le ve por el Bosque de Sherwood pues vive en una cómoda casa, que no es precisamente de la Gran Misión Vivienda Venezuela y cuya propiedad seguramente sí está a su nombre o a nombre de alguno de sus amigotes, rodeado de la burguesía parasitaria, esa de la cual tanto despotrican él y su jefe terrenal Nicolás Maduro Moros.

El arco y la flecha, muy utilizados para asaltar a los ricos mercaderes que se desplazaban por el lugar, forman parte del pasado, pues ahora para cometer sus fechorías, convirtió a todos los miembros de su banda en ediles, fieles sirvientes al culto revolucionario y dispuestos a seguir al pie de la letra todas las directrices del burgomaestre, eso sí, en nombre del “comandante supremo”, su jefe espiritual, que es un tipo de deidad todopoderosa, de la cual dicen ser hijos y cuya simple invocación les da la facultad divina de saltarse el orden legal y violar a mansalva los derechos y garantías económicas de los contribuyentes, en defensa del pueblo y de su tan cacareada soberanía alimentaria.

Las ordenanzas, por muy descabelladas que algunas parecieran ser, son aprobadas por la mayoría oficialista que domina la Cámara Municipal y se utilizan como instrumento represivo y propagandístico en contra de los comercios que aun subsisten en el municipio, tal es el caso del alegórico decreto 199, que en teoría pretende terminar con la guerra económica y el “bachaqueo”, pero en la praxis en un mero mecanismo de intimidación que apunta al sector privado de la economía.

El ciudadano alcalde, apoyado en sus jefes, el terrenal y el espiritual, ha allanado el camino en el cual el diálogo sucumbe ante el miedo y la amenaza de sus órganos inquisidores, vale decir, el cuerpo de fiscales de Sicsum, la Policía Bolivariana de San Francisco y uno que otro patriota cooperante del Poder Popular enrolado en la brigada especial contra la guerra económica. Utilizan el decreto para intervenir “legalmente” la cadena de comercialización, apropiándose de los códigos y guías del sector comercial para adquirir a costo todos los productos regulados, expenderlos en comercios socialistas como Mercasur y exhibir dicha acción como un logro de la revolución, tratando de reivindicarse ante los suyos después del escandaloso fracaso del 6-D.

Estas medidas lesivas buscan castigar al comercio formal, pues al no poder ofertar los productos regulados, la venta de los no regulados tenderá a disminuir, aumentando la cesantía laboral y en el peor de los casos el cierre del establecimiento. Tristemente nuestro paladín de la justicia, se ha erigido como un pequeño reyezuelo, que considera al municipio San Francisco como un feudo medieval, en el cual se impone su voluntad por encima de la legalidad.

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