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Sin ninguna muestra de convivencia política ni respeto por los Derechos Humanos, el gobierno represivo de Nicolás Maduro continúa en su escalada de combatir las protestas opositoras con el empleo y uso de armamento de guerra, causando la muerte de jóvenes opositores, que rechazan el proyecto de imponer a los venezolanos una Asamblea Nacional Constituyente, cuyo propósito es instaurar un gobierno totalitario. En esa lucha por impedir se materialice ese proyecto inconstitucional, hemos visto como las calles del país se han bañado de sangre heroica de venezolanos que formaban parte de nuestro futuro.
Estamos abordando el centenar de muertos, lo que nos hace recordar las escenas de las protestas iniciales que se dieron en la ex Yugoslavia por la independencia de los pueblos de la península de los Balcanes, que terminaron en cruentas guerras causantes de miles de muertos. Estimamos que si las iniciativas para la búsqueda de soluciones negociadas entre el gobierno y la oposición no arrojan ningún resultado, el desenlace será de pronóstico desconocido. Todo puede ocurrir, y más cuando los odios se han desbordado de tal forma, que hace materialmente muy difícil la tolerancia entre las partes para entender y admitir la necesidad de buscar soluciones a la crisis en que estamos, que se agrava cada día y la cual por sus efectos en la vida de los ciudadanos, causa profunda preocupación y angustia por desconocer cuál será la salida a la misma.
Creemos que una iniciativa para la apertura de conversaciones en busca de acuerdos, podría ser en primer lugar que el gobierno y oposición excluyan de sus distintas posiciones toda aquella materia que esté al margen de la vigente Constitución; así la oposición desistiría de su solicitud de elecciones generales y el gobierno de la realización de la constituyente, y a partir de allí entrar a considerar sólo los puntos del debate que se conocen (presos políticos, canal humanitario, política económica, respeto a la AN, las sentencias del TSJ y las posiciones de la Fiscalía General de la República, entre otras). De no ser de esa forma todo irá directo al fracaso, y en este caso el gobierno será en definitiva el gran derrotado por el pueblo, que rechaza el proyecto madurista, y esa posición no será negociable. Los ciudadanos perciben que las invitaciones de Maduro a dialogar son un saludo a la bandera y un mensaje engañoso para la comunidad internacional. Esperemos que la sangre no llegue al río.