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El cadáver de Roberto Carlos Ríos, de 47 años, pendía de medio lado a lo alto de una de las torres de transmisión de energía eléctrica, en el barrio Guaicaipuro, parroquia Venancio Pulgar de Maracaibo. Se electrocutó cuando hurtaba cable de alta tensión. Los dos amigos que lo acompañaban escaparon al verlo electrocutarse.
Entre lágrimas, Carmen Sánchez, esposa de Roberto, recordó que su pareja se marchó ayer, a la 1.00 de la madrugada, de su casa en la calle 65 con avenida 103, en compañía de dos desconocidos. “Vi cuando le daba a una de las niñas y salió. No le pregunté para donde iba”.
La Policía presume que los tres amigos planificaron sustraer el cableado eléctrico. Con una especie de mecate, Ríos se aseguró de la torre y logró cortar la primera guaya. Al ascender a la segunda, intentó cortarla, lo que provocó una descarga eléctrica que lo dejó mató instantáneamente. Sus acompañantes huyeron.
Al llegar la aurora, quienes iban de salida a sus trabajos, se encontraron con el cuerpo de Ríos. “A mí me avisó un compadre que vive cerca de la casa, pero ya yo había venido y pensé que no era él. Cuando regresé la Policía me pidió su cédula”.
Curiosos se aglomeraron y recordaron al occiso como un hombre tranquilo y trabajador. “Ellos estaban pasando muchas necesidades desde hace cinco meses, quizás por eso decidió salir a robar”, comentó Yohana Añez, una de las vecinas.
Desde diciembre de 2016, Roberto Carlos se desempeñaba como vigilante dentro de la barriada. “Los vecinos le pagaban tres mil bolívares para que cuidara las casas. Él era el todero de aquí. Siempre se rebuscaba con trabajitos”.