Cuatro
Dicen que el furro está ronco de tanto llorar y que la gaita protesta se hizo mujer para acompañarlo hasta su última morada. Se fue Héctor Silva Narváez, pero antes, dejó el furruco bien puesto al frente, de primero en el escenario, y llenó de tradición las páginas de la historia donde se habla del folclore zuliano.
El gentleman de la gaita, como muchos de sus amigos lo nombraron, recopiló 55 años de trayectoria y era un ícono de la Costa Oriental del Lago y el Zulia, tanto por haber fundado el conjunto Barrio Obrero de Cabimas, como por pasar a sus hijos y nietos, el legado de su sapiencia musical.
Respetuoso, gentil, elegante y cortés, son solo algunos de los adjetivos con los que se acompaña su nombre. Era padre del cantautor gaitero, Alejandro “Nano” Silva y del diseñador y cantante Héctor Silva Vega. Sus hermanas, Carmencita y Lula, lo acompañaron en la fundación del grupo musical familiar.
Moraima Gutiérrez, la Tía Mora, lo menciona como Don Héctor Silva Narváez, todo un señor de la gaita, un hombre respetuoso y cordial. “Lo considero uno de los furreros más importantes de la gaita moderna. Dentro de la agrupación Barrio se ocupó de inculcar en los más jóvenes no solo la enseñanza de cómo tocar el instrumento, sino de explicar dónde viene y su importancia”.
Para Gutiérrez, Don Héctor fue el promotor principal de la creación del conjunto gaitero que hoy es Patrimonio Cultural del Estado y uno de los maestros del furro. “Siempre estuvo dispuesto a conversar y enseñar sobre la etapa de oro de la gaita”.
Auténtico legado
Víctor Hugo Márquez, como investigador de la gaita y escritor de cinco libros sobre el tema, explica Héctor Silva Narváez era un testigo calificado de la expresión musical criolla de los años 50. “Él me contó que cuando tenía 13 años andaba de cacería con unos hermanos Prieto, por allá por esos montes entre Puerto Escondido y Cabimas. Llegaron al patio de una casa donde estaba armada una parranda de gaita espontánea y quedó tan impresionado que esa noche no durmió. Al otro día le pidió a su madre que lo ayudaran a formar una gaita, así empezaron a reunirse todos los familiares hasta que se conformó Barrio Obrero de Cabimas”.
Voces
Moraima Gutiérrez
“Era usual verlo en las tarimas junto a Víctor “Vitoco”, su hijo, y Héctor Eduardo, su nieto, los tres tocando furro. Lo más resaltante de su trayectoria, ese empeño en que cada miembro de su familia estuviera inmiscuido en las artes, como Alejandro Silva, el músico y compositor; Héctor Silva, el diseñador; o Víctor Silva, el empresario y deportista”.
Ricardo Portillo
“En vida fue uno de los ejecutantes del furruco de primera calidad. Se fue un gaitero y un ser humano excepcional, cabeza de una familia gaitera. Lamento el fallecimiento de uno de los mejores furreros de la historia de la gaita”.
Víctor Hugo Márquez
“Héctor y Lula, su hermana, son testigos de la gaita vecinal. Ellos se congelaron en esa etapa para mostrar una estampa de los años 50. Él dejó un auténtico legado, la formación primigenia de los conjuntos basados en el predominio grupal, en el enaltecimiento del sector y la primacía de los grupos formados por familias y vecinos”.
Magno Montiel
“Me impactaban su don de mando natural, su elegancia y su compromiso de nunca permitir cambiarle el estilo a Barrio Obrero de Cabimas. Era un hombre de convicción, leal a su propuesta y que supo darle al furro el sitial que le corresponde”.
Victorhugación
Con su cambio de paisaje,
Héctor Silva lleva al cielo,
aquel verso de pañuelo,
que observó en su primer viaje,
a la gaita de mensaje
familiar, puro y pueblero.
Se ha marchado un caballero,
del folclor venezolano,
inmenso tesoro humano,
fundador del barrio obrero.