Se nos está muriendo el futuro

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El segmento de los jóvenes entre 16 y 25 años es el que más está incidiendo y a la vez siendo más afectado por los accidentes de tránsito

Las estadísticas mundiales de accidentalidad vial registran que en el 93 por ciento de los casos, los accidentes de tránsito son causados por el factor humano (conductor, pasajero, peatón), el restante siete por ciento está distribuido entre defectos atribuibles a los vehículos y las fallas presentes en las vías. Estos números no difieren de lo que sucede en Venezuela, con el agravante de que en nuestro país reina la impunidad en todos los ámbitos; el parque automotor es uno de los más atrasados del mundo y en todo el territorio nacional tenemos huecos en lugar de vías de comunicación.

Se ha logrado mejorar la seguridad activa y pasiva de los vehículos. Se hacen intentos por mejorar la red de carreteras, pero a la causa del 93 por ciento de los accidentes: el factor humano, nadie lo toca. En nuestro país es más fácil obtener una licencia de conducir que conseguir un paquete de harina precocida. En la calle se escucha: “esa licencia como que la conseguiste en una caja de jabón en polvo”, simbolizando lo fácil que es conseguir este documento, no importa que el solicitante no sepa leer ni escribir, siempre habrá un “alma piadosa” que le guíe el dedo para marcar las teclas del computador. No importa que el aspirante no sepa conducir vehículos, siempre habrá un examinador “bondadoso” que le avale la prueba.

El sistema vial en su conjunto es responsable de que hoy el futuro de nuestro país se esté extinguiendo en las carreteras, debido a que el segmento de los jóvenes entre 16 y 25 años es el que más está incidiendo y a la vez siendo más afectado por los accidentes de tránsito. Muchos de los que tienen la desgracia de verse envueltos en una tragedia vial, mueren como consecuencia de ésta o quedan incapacitados de por vida para desarrollar una existencia plena. Es tan significativa la accidentalidad de los jóvenes en nuestro país, que en Latinoamérica ocupamos el segundo lugar en esta estadística. 

Para minimizar esta tragedia debiéramos actuar desde diversos ángulos: Retomar la Educación Vial como materia obligatoria, desde la educación primaria hasta la superior; exigir a los aspirantes a conductor cursos de educación y seguridad vial, teóricos y prácticos; garantizar la pulcritud en los trámites para la expedición de licencias; mejorar la seguridad vial en todos sus factores y por último, sancionar las conductas violatorias de las normas de circulación en las vías públicas.

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