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Una cacería de productos y vandalismo quedó reflejada en las aulas de la escuela básica estadal Luis Arrieta Acosta, ubicada en el sector Pomona del municipio Maracaibo. El viernes pasado, un grupo de antisociales forzó y rompió las puertas de cuatro oficinas hasta encontrar los alimentos destinados para el almuerzo de los niños.
El desorden, paredes sucias con marcas de dedos, candados rotos y puertas desprendidas alertó al personal. Juan Carlos Torres, director de la escuela, explicó que el Programa de Alimentación Escolar (PAE) “debía” llegar cada ocho días al comedor de la institución, pero solo esta semana el personal notó que se regularizaba el envío de los productos. La llegada de la comida no pasó desapercibida para los “amigos de lo ajeno”, quienes en la madrugada entraron con palancas para levantar las esquinas de las puertas e insumos para destruir candados y rejas en minutos.
Lograron llevarse 18 litros de aceite, cinco bultos de harina de maíz, 28 kilos de harina de trigo, 23 kilos de azúcar, así como cuatro kilos de sal, cuatro kilos de arroz, 10 tarros de margarina de 500mg, 72 kilos de pasta larga. En la incursión “aprovecharon” para llevarse herramientas, 13 computadoras Canaimas y material de oficina. “Tratamos de proteger la comida en la dirección, pero ellos buscaron por todo el plantel hasta que consiguieron lo que estaban buscando”.
Los alimentos se “estirarían” para el almuerzo de una semana para los mil cinco niños que hacen vida en las aulas oscuras y calurosas del plantel en los niveles de preescolar, primaria y media general.
Inseguridad
La escuela está rodeada por los barrios La Fortaleza, Campo Alegre, San Juan y 12 de Octubre. Los cuales el docente describió como “candela”, refiriéndose al “alto índice” de delincuentes que los habitan. Contexto que los lleva a resguardar los bienes de valor fuera de la estructura escolar, aunque los incidentes persisten con los años.
Desde el 2013 los docentes denuncian los robos masivos que flagelaron la calidad educativa. Los infantes sufren las consecuencias de la ausencia del cableado eléctrico hasta los filtros de agua. En el 2016 la directiva desistió en la compra de bombillos para el alumbrado externo, alegando: “Luz que ponen, luz que rompen o se llevan”.
El limitado presupuesto escolar impide reponer los bienes sustraídos, por lo que dependen por completo de la Gobernación del estado para tener nuevos insumos. Un miembro de la comunidad, que prefirió no identificarse, informó a La Verdad que rechazan los acontecimientos, pero no reciben respuestas de la Policía y no se concretan las investigaciones. Cuando se recuperan laptops o equipos “se pierden” en los procesos administrativos, por lo que se resignaron: “Lo que se perdió, se perdió”.
De cara a un nuevo hurto de alimentos, Torres extendió el clamor hacia las autoridades de educación regional y nacional. Esperan que se concreten reuniones para fijar vigilancia y concientizar a la comunidad para que vigile y denuncie las irregularidades. “Los niños son los que sufren, todos están pasando muchas necesidades”.
Antecedentes
2013. El comedor escolar fue violentado y sustraídos los alimentos del PAE.
2015. Robo de aires acondicionados, bomba de agua, ventiladores, cableado eléctrico, pupitres. Los padres y representantes manifestaron su descontento y exigieron seguridad.
2016. Hurto de 300 kilos de pollo, bultos de alimento del PAE, computadoras, impresoras, artículos de oficinas, bombillos. Daños a puertas, rejas y candados.