domingo, enero 19, 2025
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Sentencia a muerte en Santa Rita

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El pasado 7 de julio circularon panfletos similares por la populosa Santa Rita. (Fotos: La Verdad)

En Punta Iguana, El Rocío y Palmarejo deambulan los sicarios en búsqueda de sus víctimas. Jonathan Rodríguez fue el último de su lista. La Policía engaveta los casos con hipótesis de venganzas. Al tercer día de reportar crímenes redoblaron el patrullaje, pero los homicidas actúan con descaro, matan y huyen

Los sicarios actuaron sin reparos ni interrupciones del 5 al 10 de julio en el municipio Santa Rita. Cada día liquidaron a uno de sus habitantes, la semana la concluyeron con el crimen de Jonathan Gabriel Rodríguez, de 25 años, en el sector Villa Barrancas. 

A la víctima lo buscaron los asesinos en un vehículo en su casa, en la calle Flor de La Guajira de Punta Iguana Sur. Se lo llevaron y a los minutos le informaron a su familia sobre su asesinato. “Fueron ellos quienes lo acribillaron”, comentó una pariente, quien no quiso identificarse.

“Él los conocía, por eso no se negó a embarcarse. Él no tenía problemas con nadie. Nunca nos manifestó tenerlos”, juró la mujer.  Jhonathan era el menor de 10 hermanos. Trabajaba de forma ocasional la albañilería, no deja hijos. 

Crímenes por doquier

Los sicarios comenzaron a concretar sus encargos desde el 5 de julio en la noche. En 10 minutos se divulgó el nombre de la víctima, a Adán José Batista Cepeda, de 38 años, lo acribillaron en la calle Sombrero, sector El Rocío. 

A las 8.00 de la mañana del 6 de julio, los vecinos se desayunaron con la noticia de un nuevo homicidio. De 16 balazos en la cabeza a David Antonio Romero Romero, de 29 años, en la camaronera que funciona en la playa Tío Cheo, en el sector Punta Iguana Norte. 

Para calmar los ánimos y la tensión en las comunidades ordenaron un patrullaje especial a partir de las 6.00 de la mañana del 7 de julio. Unas 12 horas después y en las narices de al menos 60 funcionarios asesinaron a Andy Pacheco, en el sector El Rocío.

Expectativa

Las bandas aprovecharon la penumbra y pegaron, el 7 de julio en la madrugada, panfletos de amenazas de muerte en postes de electricidad y las paredes de las bodegas. Mencionaban a los miembros de una u otra banda por sus apodos. Al final advertían al colectivo: “Ojo. Con aquel que quite este papel”.

El nombre de Júnior Márquez no lo publicaron en los “panfletos de la muerte”, pero sus homicidas lo atacaron cuando este compraba una caja de cerveza en la avenida Pedro Lucas Urribarí, en Palmarejo.

Los crímenes se cerraron con la hipótesis de venganza. Aunque los familiares juran que las víctimas no tenían enemigos, deudas o problemas con la justicia. 

El modus operandi se mantiene en todos los casos. Dos muchachos en una motocicleta, actúan con o sin testigos y huyen. Pese a que redoblaron el patrullaje en la localidad, ningún funcionario se los ha topado. Llegan, disparan y escapan parsimoniosamente. A qué banda pertenecen, ningún vecino se atreve a hablar, la sentencia a muerte se ejecuta, más rápidamente, para los soplones.

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