lunes, enero 20, 2025
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Ser bachaquero y no morir en el intento

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El  bachaqueo, actividad económica informal, buhonera, donde se compran artículos regulados o subsidiados para venderlos a un costo mayor

Cada mañana, apenas despunta el sol, todavía algo soñolientos, con los párpados a medio cerrar,  calurosos, despeinados y con el bostezo en el rostro, conformados en grupo heterogéneos de adultos, jóvenes y adolescentes, familias enteras ubicados en zonas populosas, pertenecientes a los estratos más golpeados por la vida, sentados alrededor de un envejecido mesón con su gastado mantel de frutas difusas, inician la  jornada comercial de ofertar productos de primera necesidad por encima del precio establecido, son los bachaqueros,  ejerciendo el  bachaqueo, actividad económica informal, buhonera, donde se compran artículos regulados o subsidiados para venderlos a un costo mayor, ilustrando una de las imágenes  socialmente más sorprendentes que pueda mostrar un país. 

El bachaqueo es un término netamente venezolano, recién surgido en el argot o jerga utilizada como lenguaje convencional en clases sociales determinadas, hace referencia a personas asociadas a hormigas por su identificación con estos insectos incansables y estoicos, formados en colas infinitas en los establecimientos de turno para conseguir los productos del día  y agruparse en sitios específicos para depositarlos en grandes reservas para negociarlos con mayores ganancias o exportarlos, principalmente a Colombia, donde el diferencial entre las monedas peso y bolívar de ambos países, hacen el negocio altamente lucrativo para quienes lo practican, alcanzando, según cifras gubernamentales más de 20 mil personas, dedicadas al oficio ilegal del bachaqueo en el Zulia.

De acuerdo con expertos en la materia, en Venezuela surgen bachacos por montón, desde particulares, colectivos, contrabandistas, mafias organizadas, cooperativas fantasmas, funcionarios públicos y autoridades fronterizas, hasta empresas familiares coyunturales, todos con plataformas muy corrompidas, soportadas en la inflación, el precio controlado y la caída de la oferta de productos, la ausencia de producción, falta de empleo  y problemas de inseguridad, generando conflicto sociales, con caldos de cultivo para el caos, aumentando hasta la discriminación étnica. Ser bachaquero y no morir en el intento parece que es la única opción productiva en la actualidad, mientras no cambien las políticas económicas que los alimentan. 

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