Siento, luego existo

 

La inteligencia emocional es una capacidad que todo ser humano posee, pero que puede estar más o menos desarrollada. La razón y los sentimientos no son dos polos opuestos de nuestra actuación sino que se encuentran fusionados a través de la inteligencia emocional

Los sentimientos, bien utilizados, no dificultan la toma de decisiones, ni son impedimentos para nuestra felicidad, sino que al contrario constituyen la forma más idónea de progresar y crecer psicológicamente. Un estudio reciente de la Universidad de Harvard señala que, para tener éxito en la vida, es necesario un 85% de actitud y sólo un 15% de habilidad.

La psicología clásica consideraba a la persona como un ser constituido por partes: memoria, entendimiento y voluntad, insertado o encerrado (el alma se encuentra en la cárcel del cuerpo) en lo corpóreo. La salud estaría constituida por la armonía del cuerpo como cuerpo y la mente como mente. Si el equilibrio se rompe surgiría la enfermedad: del alma o del cuerpo. La gran aportación freudiana fue el descubrimiento del inconsciente, y sobre todo, el mundo pulsional o afectivo. 

Los sentimientos no son algo yuxtapuesto al sujeto sino que constituyen su misma esencia. A través de ellos es como vamos constituyendo nuestra propia personalidad, al mismo tiempo que nos permiten relacionarnos con los demás. Vivimos como si los sentimientos solamente fueran un lastre para desarrollarnos en la vida.

Por esto se nos educa en el convencimiento de que, cuanto más fríos y calculadores seamos, más posibilidades de éxito tendremos. Pero en la historia de la humanidad, las grandes atrocidades se han cometido cuando se han mutilado los sentimientos y se ha hipertrofiado la razón.

El ser humano no es igual al sumatorio de facultades (pensamiento, voluntad, y emoción) sino que es “algo más”: una  realidad que se organiza a partir de esos elementos, pero que constituye una nueva es¬tructura: la mente humana. 

Podemos, pues, afirmar que los sentimientos, bien utilizados, no dificultan la toma de decisiones, ni son impedimentos para nuestra felicidad, sino que constituyen la forma más idónea de progresar y crecer psicológicamente. Si mutilamos los sentimientos, mutilamos la posibilidad de ser felices. La inteligencia emocional es una capacidad que todo ser humano posee, pero que puede estar más o menos desarrollada. 

La razón y los sentimientos no son dos polos opuestos de nuestra actuación sino que se encuentran fusionados a través de la inteligencia emocional. Las emociones nos pueden ayudar a razonar de forma inteligente y tomar las decisiones correctas. Es decir, podemos corregir a Descartes y pasar del “pienso, luego existo”, al “pienso sintiendo, luego existo”.

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