Hace
Era el año 1947 y José Domingo Márquez vivía con pasión uno de sus grandes ideales, llegar a Detroit, la cuna del automovilismo mundial. Esa es una de las historias vividas por uno de los zulianos que logró hacer historia y que hoy hace que el mundo recuerde su gran aventura, 70 años después. Un Ford modelo 1928 acompañó en la travesía a un viajero soñador que guardaba en su mente la idea de ir en auto a los Estados Unidos.
El 31 de octubre de 1947, “Mingo” Márquez, José Joaquín Rojas y Régulo Díaz, después de 16 mil kilómetros de tortuosa ruta recorrida en nueve meses y cinco días, incluidos una doble vuelta al centro-norte de Colombia, un intento de atravesar la imposible selva pantanosa del istmo de Darién, las titánicas y pioneras exploraciones viales de las selvas del oeste panameño y del sur-este y noroeste de Costa Rica, la difícil ruta de Guatemala y Chiapas, los reconocimientos de raidistas, militares fronterizos, campesinos, autoconcesionarios, diplomáticos, gobernantes y hasta ídolos del cine y la canción, un impedimento de entrada a USA por carencia de dinero y un frío y descorazonador recibimiento final, arribaron a la Meca de la industria automotriz en plena fiesta de Halloween.
La travesía
Junto a sus compañeros José Joaquín Rojas y Régulo Díaz “Kurubinda”, Márquez tomó la arriesgada aventura de viajar por Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Salvador, Guatemala, México y zonas de los Estados Unidos en un restaurado y reinventado auto llamado Fotingo. Para ese entonces eran muy pocas las carreteras existentes en Venezuela, Colombia y en los países de América Central. La mayor parte de los trechos recorridos fueron trochas y muchas veces les tocó “jalar machete” y abrirse paso entre senderos nunca antes transitados por vehículo alguno.
Fueron nueve meses de aventuras, ladrones de caminos, selvas, ríos crecidos, fango, lobos, fieras, volcanes, soledad, hambre, fiebres y muchos peligros más, pero aupados por la tenacidad llegaron a su meta. La historia recoge que los tres viajeros también pasaron momentos de romance por parte de Márquez, quien en cada episodio vivido conseguía una musa para crear su décima repentista.