En nuestro país no hay autonomía universitaria, puesto que nuestras universidades dependen en su totalidad de un presupuesto que debe ser aprobado y emanado de un Ministerio como partida para su desenvolvimiento
Emitir discurso con mensajes ambiguos y enajenantes como el proferido por el otrora ministro de Educación Héctor Rodríguez (febrero del 2014) rebasa los límites de la insensatez y desprecio por un pueblo que, aunque rico en recursos naturales, es pobre en desarrollo social, político y económico.
En otras palabras, expulsado casi 200 años de la vanguardia civilizada, cito: “no es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarlas a la clase media y que pretendan ser escuálidos”.
Contemplando lo anterior “espetado” por el exfuncionario y que, escuálido -peyorativamente- es opositor político, se observa una clara noción de la discriminación, caso que en términos democráticos le coloca inválido o inepto para ejercer funciones del orden político.
Luego, el concurso político demanda libertad de decidir la tolda política que el ciudadano prefiera. Por ende, su noción de progreso social de crecer a la clase productiva, la clase media, lo contrario sería, hegemonía, sectarismo. En el comunismo no existe democracia, sino gregarismo estigmatizado por la ley del -supuesto- más apto, solapado con la astucia. Esto no lo sabe el pueblo, es la ignorancia que denunciaba nuestro único y verdadero libertador, Bolívar.
En nuestro país no hay autonomía universitaria, puesto que nuestras universidades dependen en su totalidad de un presupuesto que debe ser aprobado y emanado de un Ministerio como partida para su desenvolvimiento. Ergo, no posee una capacidad productiva para autoabastecerse ni generar bienes y servicios para ejercer sus funciones con libertad.
Por otro lado, no hay libertad de desenvolvimiento económico evidenciado en la sistemática campaña de expropiaciones a productores de bienes secundarios en detrimento del aparato productivo, lo cual sesga la iniciativa del joven estudiante que avizora un esfuerzo en vano al no poder ejercer su profesión al obtener títulos como ingenieros y técnicos.
Recientemente, en una entrevista entre Leonel Fernández y Rafael Correa, el primero observó que la universidad de Princeton EEUU, contrataba a Mario Vargas Llosa (anualmente) para dar charlas de creatividad a sus estudiantes de las diferentes ingenierías. Esta actitud la preconizó nuestro gran filósofo en su obra Sociedades americanas Simón Rodríguez, quien dijo: “O inventamos o erramos”