Entendemos
Hay un hecho incontrovertible y verdad universal, no se construye nada a partir de la nada. Siempre se construye a partir de algo. En este contexto, los anales de la historia nacional dan cuenta de la tradición universitaria venezolana convertida en vigía que otea el horizonte para orientar y darle forma a los sueños de futuro del país, en cada generación. Cuando se habla de universidad es probable que se piense en la formación de profesionales de calidad; pero su labor es más amplia; no la limita siquiera la creación y desarrollo de conocimientos o su labor extensiva.
El alcance de la misión universitaria trasciende lo académico. Es coadyuvante en la construcción y defensa de la democracia, que no se reduce solo a un sistema político. Entendemos la democracia también como la practica la universidad: desarrollo de ideas, proyectos y programas que hacen posible la formación de ciudadanos. Personas resilientes que viven la convivencia humana con sustento en la tolerancia y la solidaridad. El ejercicio de la crítica y el respeto al que piensa diferente.
Con los pies afincados en el suelo, ideamos un país en el cual rija la paz, la justicia y en el que las semejanzas y diferencias “mezclen sus savias” para el enriquecimiento cultural de un pueblo que ha perdido el norte y sumido en la peor crisis que es la de los valores. Sin dejar de reconocer de dónde venimos y con el concurso de la universidad, busquemos estadios superiores que faciliten el ascenso a una democracia plena y a una libertad sin cortapisas, más allá de las impuestas por la Carta Magna.
Debemos ser optimistas en cuanto al pronto rescate del país; que funcione de acuerdo con la Constitución y por ende, se respete el Estado de derecho. Es una labor cuesta arriba; pero en medio de la caótica realidad y los posibles efectos de la dura lucha política que se avizora, tenemos que favorecer y concretar los cambios deseados. Dar un salto cualitativo en nuestro quehacer ciudadano y que la universidad active todo su potencial para irradiar su accionar transformador al cuerpo social. No podemos continuar viviendo de promesas.