El
De forma reiterada la Universidad del Zulia ha insistido ante el Gobierno nacional sobre la importancia de invertir en infraestructura y tecnología para mejorar su calidad académica, atender la investigación y a los casi 65 mil estudiantes que actualmente se forman en la institución.
Ya la falta de inversión en mantenimiento de la infraestructura está afectando las condiciones académicas de LUZ y en especial a los estudiantes e investigadores, y es notable el escaso porcentaje del presupuesto global que se destina a “gastos variables”. Cada año esta cifra es menor, las demandas físicas son mayores y los costos de equipos e insumos se incrementan, generando un círculo vicioso en el que las consecuencias son nocivas para la institución.
A este problema se le añade las obras inconclusas, en las que se invirtieron millones de bolívares y quedaron sin terminar, generando pérdidas económicas y académicas difíciles de cuantificar. Algunas tienen más de una década y a pesar del esfuerzo del personal, es difícil que en estos tiempos de escasez se pueda mantener o elevar la calidad académica de los estudiantes, promover la extensión y apuntar hacia la investigación.
Sin embargo, los oscuros tiempos que afectan a la Universidad del Zulia no pueden cegarnos y limitar nuestra visión, en momentos cuando se deben generar propuestas que limiten los efectos adversos. Hablando con expertos en acreditación internacional, éstos sugieren que la institución puede construir y aplicar una fase de autoevaluación de forma interna, porque cuenta con un personal académico capacitado para conformar un equipo serio que oriente a las facultades y apoyen a los decanos; para que lideren esta primera fase de una acreditación que comprende la realización de un diagnóstico y un plan de mejora, basado en nuestra realidad porque no se le va a exigir algo que no pueda realizar.
Es una forma de sobreponernos a la adversidad, pero es importante destacar que en la última década ninguna universidad venezolana se ha sometido a proceso alguno de evaluación y acreditación internacional, solo han seguido la rutina de acreditar su post- grado porque eso es normativo. El Gobierno nacional rechazó una propuesta de evaluación local, ajustada a las tendencias académicas de América Latina y Europa (especialmente España), dejando a la deriva a las instituciones universitarias, en estos tiempos de integración y globalización.