jueves, enero 9, 2025
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Soluciones reales

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El mercado para su funcionamiento depende en esencia que existan los incentivos para que el individuo actuando en beneficio propio genere beneficios para la sociedad, y en dicho contexto el Estado actúa como regulador

Hay rumores sobre el aumento de la gasolina, otras tantas especulaciones en torno al “censo automotor”, por otra parte se habla de la necesidad impostergable de controlar el aumento acelerado de los precios, mientras el mercado cambiario continúa descontrolado. La economía, como siempre, ha alcanzado al Gobierno. De hecho, desde hace tiempo lo alcanzó, pero se ha intentado postergar lo inevitable, los ajustes económicos necesarios para sanear la economía y crear las condiciones para la recuperación de la producción de bienes y servicios.

Lamentablemente para el Gobierno todas las medidas de ajuste económico pasan fundamentalmente por esquemas basados en la economía de mercado, la cual para ser comprendida de la mejor manera posible necesita partir de preceptos liberales en el sentido amplio del término. Los derechos individuales, el respeto a la propiedad privada, la baja carga impositiva, el federalismo, son algunos de los elementos enarbolados por los liberales clásicos, lo que en términos estrictamente económicos llevaron a autores como Adam Smith a plantear la relación productiva individuo-sociedad.

El mercado para su funcionamiento depende en esencia que existan los incentivos para que el individuo actuando en beneficio propio genere beneficios para la sociedad, y en dicho contexto el Estado actúa como regulador. Esto es de manera muy resumida la lógica central de la economía moderna, con variaciones de acuerdo al grado de intervención del Estado, y en algunos casos, incluso, al carácter menos egoísta de los individuos según plantean algunas corrientes más recientes. Pero más allá de los distintos matices, el mercado descansa sobre el individuo y sus capacidades para generar valor.

Intentar aplicar soluciones económicas bajo la lógica del mercado desde preceptos distintos a los liberales no solo es contradictorio, sino inviable. Por ejemplo, implementar un sistema de precio de la gasolina diferenciado, si fuera el caso, crearía los incentivos para que los que se beneficien con precios más bajos la comercialicen a precios mayores (el mercado y el interés individual entrarían en acción), como de hecho ha ocurrido con otros rubros. Por otro lado, las soluciones distintas a las del mercado, como por ejemplo, la planificación central, han demostrado su fracaso a lo largo de la historia.

El país necesita ajustes económicos importantes, y con ello el Gobierno tiene la gran responsabilidad de tomar las medidas correctas, y quizás así rescatar algo de capital político. La gran paradoja a la que se enfrenta quien vaya a aplicar las medidas, es que estas son impopulares y pudieran complicar aún más una situación social ya bastante complicada. La opción, por ahora, parece ser seguir buscando fórmulas distintas a las que plantea la lógica del mercado, las cuales solo contribuyen a postergar las soluciones reales y definitivas, que por muy dolorosas que estas sean son las únicas.

Soluciones utópicas se pueden mencionar muchas, pero para bien o para mal las estructuras predominantes de Occidente, y Venezuela forma parte de este, son herederas de la modernidad, en la que el mercado es el sistema dominante en el plano económico. Juan Bautista Alberdi (1810- 1884) señalaba que los países latinoamericanos deberían enfocarse en las “democracias posibles”, más que en las “verdaderas democracias”, con ello invitaba a un ejercicio de realismo. Hoy en Venezuela lo mismo aplica a las soluciones económicas y al país en gener

 

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