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Una fuerte réplica de 6,1 grados de magnitud registrada en la madrugada de ayer generó pánico, provocó el llanto de niños y arrojó a cientos ecuatorianos a las calles, temerosos de que se produjeran más desastres después de que un poderoso terremoto los afectara el fin de semana.
Se trató de la réplica más fuerte desde que el sábado en la noche un movimiento telúrico de 7,8 grados de magnitud causara destrucción en varias ciudades de la costa central de Ecuador y cuya cifra de víctimas fatales asciende a 553.
“Mucha gente empezó a gritar y los niños lloraban por el terror”, dijo a The Associated Press Mauro Madero, habitante de San Vicente, poblado cercano a la playa donde se registró la réplica. “Casi todos estamos durmiendo en la calle, en las plazas o en las veredas, pero con estos temblores salimos corriendo”.
El Servicio Geológico de Estados Unidos situó el epicentro de la réplica a 25 kilómetros (15 millas) al oeste de la ya devastada playa de Muisne a las 3.33 de la madrugada hora local. La réplica llevó a que los habitantes de Portoviejo y otras ciudades abandonaran sus casas, incluso aquellas que aparentemente no presentan daños. Algunos caminaron durante la noche rumbo al que era un aeropuerto, donde se había establecido un campamento.
Galo Chiriboga, fiscal general de Ecuador, dijo que la cifra de víctimas subió a 553 “identificados y entregados 549, no identificados cuatro”. La secretaria de Gestión de Riesgos también reportó 4.605 heridos y 107 desaparecidos. Entre los fallecidos hay 14 extranjeros.
Medidas económicas
El presidente Rafael Correa informó que se apresta a anunciar medidas económicas temporales y adelantó que el país podría emitir bonos para hacer frente a los devastadores efectos de un terremoto que impactó con fuerza al centro costero del país.