Hengels
Imagina esto: Es plena noche de Halloween y estás solo en tu habitación… enciendes el televisor y lo primero que ves son los créditos iniciales de El Aro (por ejemplo). Sientes la necesidad de cambiar el canal, pues un escalofrío extraño ha comenzado a invadir tu cuerpo. Sin embargo, la sensación de vencer tal miedo es mayor y te quedas ahí, viendo la historia de aquella niña que cambió su inocencia por crueldad. Y lo peor es que viene del más allá, del mundo de los gritos y del horror para meterse al nuestro a través de una pantalla. Quizá sea la tuya.
Ese es el verdadero cine de terror, el que hace que se te erice la piel y sientas que casi mueres del susto con cada escena rodeada de suspenso o misterio. Y así ha sido durante años. Este género se estrenó en 1910, cuando el director J. Searle Dawley realizó la primera película de corte terrorífico para Edison Studios. Se trató de una adaptación del mito de Frankenstein, que para esa época del cine mudo dio paso a otras cintas como: El Golem (Paul Wegener, 1915) o Häxan (Benjamin Christensen, 1922). Luego aparecieron los primeros títulos de temática ocultista y demoníaca: El Jorobado de Notre-Dame (Wallace Worsley, 1923) y El Fantasma de la Ópera (Rupert Julian, 1925).
¿Por qué nos gusta el terror?
Hengels Aranguibel, psicólogo clínico del Zulia y mejor conocido en las redes sociales (Instagram y Twitter) como @sercognitivo, comentó en entrevista con La Verdad que los individuos amantes del cine de terror ven las películas con el propósito de estimular la secreción de adrenalina. “Es la misma sensación que experimentan los que practican deportes extremos. La liberación de adrenalina produce un estado momentáneo de euforia, de máxima energía y de capacidad de acción. Después la persona siente una agradable sensación de relax”.
Según él, otra particularidad que tiene el género es que, por lo general, entra por todos los canales que tiene el ser humano para poder captar la información. “Está el componente musical, que le da una atmósfera a cada escena y también la parte gráfica (si hay sangre o aparece algún monstruo). Ahí están activos los canales visuales y auditivos; pero también está la parte kinestésica, si se trata de una película como Hostal o Martes 13. La persona tiende a sentir la misma sensación en el cuerpo”. Aún así todavía hay millones de cinéfilos que compran su boleto para sumergirse en el “mundo oscuro de la diversión” y luego tratar de dormir tranquilos sin soñar con monstruos.
EL SUSTO DE LA FELICIDAD
Un estudio de la Universidad de California en Berkeley tiene una explicación del porqué la mayoría se somente, voluntariamente a la experiencia tormentosa de ver una película de miedo. La razón es porque pueden experimentar sensaciones positivas y negativas al mismo tiempo. Es decir, que “son felices al ser infelices”. De ahí que las personas realmente pueden disfrutar siendo asustadas.