Casi la totalidad de jefes de Estado y de Gobierno del planeta, han condenado la acción y manifestado su solidaridad con el Gobierno francés y su pueblo
El pasado viernes, el mundo enteró se estremeció ante la brutal y sangrienta acción del grupo terrorista “Estado Islámico” (Isis) en la capital francesa. Más de 100 muertos, decenas de heridos y la traumática difusión del terror y el miedo entre los habitantes del país galo, que de inmediato se expandió por el resto del viejo continente. Casi la totalidad de jefes de Estado y de Gobierno del planeta, han condenado la acción y manifestado su solidaridad con el Gobierno francés y su pueblo víctima de la barbarie extremista, a la cual nos sumamos sin condicionamientos.
Sin embargo conviene reflexionar acerca del por qué una acción de este tipo causa diferentes reacciones dependiendo de donde se ejecute. Es decir, si la acción ocurre en Francia, España o los EEUU, el mundo entero reacciona con repudio ante los autores e incluso, celebra las acciones que se puedan emprender en contra de estos; pero no ocurre lo mismo cuando la acción sucede en Oriente medio, África o Asia. En esos casos el manejo mediático pareciera haber acostumbrado al mundo a que se tratara de una rutina “lamentable”, que forma parte de la cotidianidad de aquellos pueblos cuando la verdad es que para las víctimas resulta exactamente igual, cuando eres el desafortunado protagonista de una acción de este tipo, bien sea en Europa, América u Oriente medio. El tratamiento desigual y condicionado de la muerte y el terror es también parte de una agenda de control y dominación del mundo y ante esta realidad debemos reflexionar y manifestarnos.
Una vez conocida la terrible noticia del viernes, el legítimo presidente sirio Bashar al-Assad declaró: “Francia conoció ayer lo que vivimos en Siria”, y es que con más de 250 mil muertos durante poco más de cuatro años de conflicto, el país árabe vive día a día asediado por el terrorismo, aunque buena parte del mundo ignore y hasta vea con normalidad aquella situación, la cual debemos recordar fue abierta y públicamente promovida y financiada por los EEUU, organizando, entrenando y armando al hoy verdugo de Francia, el Estado Islámico (Isis).
La doble moral que el imperio maneja frente a la violencia y la muerte que siembra terrorismo requiere ser denunciada, porque solo así podremos construir verdaderos caminos de paz, la cual parte de garantizar los principios fundamentales que debe tener todo ser humano: libertad, igualdad, fraternidad. ¡Venceremos!