Tiempos de cambio (I)

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Cuando no estamos a gusto con algo o con alguien llegó el momento de transformarnos. Lo importante es comprender que el cambio es constante en la vida

La primera vez que me dijeron que uno de los grandes secretos para ser feliz y próspero era detectar, propiciar y aceptar los cambios, yo exclamé, “claro, es que yo siempre lo he dicho, todo tiene que cambiar” y procedí a enumerar una larga lista donde no quedaron por fuera jefes, familiares, trabajo y el país en general. Pero cuál sería mi estupor, cuando la persona que tenía enfrente levantó la mano en señal de detente y afirmó, “no, quien tiene que cambiar eres tú”. Pero por qué yo, si era víctima de las circunstancias y de la gente, del destino y de los injustos, incomprensivos y egoístas de los demás.

Sin embargo, por mucho que lo negué, al final terminé por comprender que los verdaderos cambios inician adentro, en nosotros, son estrictamente personales. Porque “cambiar el mundo” es una tarea titánica, pero “cambiar mi mundo” es algo de lo que sí puedo hacerme cargo. Entonces, ¿cómo sé que necesito un cambio? La primera evidencia es que ya no estoy a gusto con algo o alguien, siento infelicidad, resentimiento, descontento o rabia.

El segundo paso no es poner bajo la lupa ese “qué” o “quién” que tanto daño me está haciendo, sino observar detenidamente el “para qué” estoy viviendo esta situación y proyectar en mi propia apreciación lo que observo en los otros y en el entorno. Por ejemplo, si en mi trabajo siento que ya no valoran mi esfuerzo, me pregunto, ¿cuánto valoro yo lo que hago? Calibrando el tiempo que le dedico a mi labor, mi compromiso, la pasión que le imprimo y si lo hago por amor o por sacrificio, esto entre una extensa enumeración de alternativas.

Es muy posible que en este punto aceptemos que necesitamos un cambio y sepamos qué es lo que queremos cambiar. Sentirse avergonzado, temeroso y vulnerable es un buen indicio de que estamos develando nuestros puntos débiles, errores e incompetencias, felicitémonos por nuestra valentía y coraje. Aceptar que necesitamos un cambio nos ayuda a hacernos responsables de nosotros mismos, de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.

Luego viene el gran cuestionamiento, ¿qué estoy haciendo para que esta realidad sea diferente? Las excusas y la culpa se dejan en el pasado, porque es hora de pensar en el presente, ¿qué voy a hacer?, ¿a dónde quiero llegar? El cambio conllevará un esfuerzo para superar obstáculos. El poder identificar el ¿para qué? del cambio será el faro que nos guíe para determinar nuestros objetivos y plan de acción.

Lo importante es comprender que el cambio es constante en la vida. Desde la fecundación hasta después de la muerte, el ser humano es mutable física, biológica, química y de estructuralmente; y que cambiar no necesariamente tiene que ser difícil, a veces es tan sencillo como hacer las cosas de manera diferente o movernos de donde estamos, de forma física, mental o emocional. Hasta la próxima.

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