![Tiene 100 años: “Dios sabe que yo no me quiero morir” Tiene 100 años: “Dios sabe que yo no me quiero morir”](https://laverdad.com/wp-content/uploads/2016/04/94698a.jpg)
![Sus hijos aseguran que en la casa se hace lo que diga su madre. (Foto: Ivu00e1n Lugo)](/wordpress/wp-content/uploads/2016/04/94698b.jpg)
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Increíblemente lucida y sonriente luce Ana Regina Mora a sus 100 años. Sentada en un mecedor de madera, la mujer oriunda del estado Falcón, recibió a La Verdad en el calor de su hogar para narrar con total coherencia y vigor un siglo de vida.
Aunque asegura que “el tiempo de ahora está perdido”, la mujer, que hoy goza de 21 nietos y más de 50 bisnietos, recuerda cómo eran las costumbres en sus años mozos. “Cuando los viejos de la casa se acostaban, los demás también. No se tomaba, ni se fumaba, más bien no salíamos de la iglesia y cuando alguien moría las mujeres nos vestíamos de morado o negro porque se debía guardar consideración, uno tenía que obedecer a los viejos“.
Regina, como la llaman sus amigos, se casó a los 20 años de edad con el pescador José Toledo quien más tarde se haría acreedor del apodo el “Guachi”, gracias a su desempeño como vigilante. “Yo me casé a los 20 y mi esposo tenía 31 y bueno vivíamos tranquilos y felices. En ese tiempo había cosas baratas pero no había plata, no como ahora que no rinden los cobres, él era pescador y se iba a la voluntad de Dios porque el trabajo no era seguro, pero éramos felices. Yo le dije: ‘yo no voy de arrimada con tu familia ni con la mía, así sea alquilada’ y así fue, compró un terreno y se puso a trabajar de guachimán (vigilante) y me hizo mi casita, porque yo le dije: ‘Arrimados ni los testos'”.
Con tristeza en sus ojos ya marcados por las arrugas y con voz entre cortada, 50 años más tarde la abuela comenta: “Duramos juntos toda la vida, hasta que el Señor se sirvió de él, tenía 83 años cuando se fue”.
Del feliz amor de Regina y José nacieron 10 hijos, pero la vida les arrebató a tres de ellos por complicaciones médicas, quedaron cuatro hembras y tres varones. “Tuve 10 hijos, se me murieron tres varones, uno de 16 años, otro de siete por convulsiones y uno de tres días de nacido, porque había tiempo de lluvia y una amiga lo sacó y recibió ese viento de agua y murió a los tres días. Me quedaron siete y cuatro viven aquí conmigo”.
100 años y contando
Ana Regina Mora, cumplió este fin de semana 100 años, pidió que se reunieran en familia “sin mucho escándalo” porque hace poco murió un sobrino y tiene un primo muy enfermo. Sin embargo aunque en este último tiempo se ha visto delicada de salud, su fe es inquebrantable: “Me iban a poner un marcapasos en el Central, y le dije al doctor que no, porque yo voy a esperar la voluntad de Dios, Él es el único que sabe porque yo no quiero morirme”.
Mientras se balancea en su mecedor dice: “Antes los enamorados para poder llegarle a la muchacha que le gustaba le pedían un vaso de agua. A mis hijas yo las crié igual, si tenían un novio las visitaba de 7 a 9 pm, gustara o no le gustara porque éramos dos viejos y a esa hora teníamos que descansar”.
Recuerda que nunca trabajó, porque “las mujeres teníamos que estar en la casa, esperando a nuestro esposo que viniera del trabajo con el alimento”.
La mujer de tez blanca y simpatía singular asegura entre risas que come mucho, le gusta hacer dulces y lavar. “Me levanto a las seis según cómo se sienta el cuerpo, primero me baño y después desayuno. Me siento aquí en el mecedor. No me gusta el pleito, ni el chisme, por eso he durado. No me gusta estar en las esquinas chachareando. A veces me quedo dormida y la gente me habla y yo estoy durmiendo (risas). Ellos me dicen: ‘Mamá si come’. Ah no, no voy a comer (risas)”.
A sus 100 años cumplidos, Regina agradece a Dios tener la mente lúcida y la memoria “clarita” y confía en seguir viendo crecer su descendencia.
Tiene 20 nietos y casi 50 bisnietos
Elvira Toledo, hija de Regina compartió que tener a su madre viva es una gran dicha. Dice que nunca imaginó llegar a los 70 años y estar al lado de su madre, por eso agradece a Dios “el médico por excelencia en el cielo” de su progenitora, por la salud que le ha concedido a su amada madre. “Gracias a Dios, aquí esta mamá porque el hombre dice una cosa y Dios hace otra por eso ella está aquí, por él”.