Los
Derecha o Izquierda, una dicotomía que ha perdido toda vigencia en el mundo de hoy. China es un país comunista con un sistema económico capitalista, los países nórdicos son economías de mercado que funcionan bajo modelos políticos socialistas, EEUU (símbolo del capitalismo) discute en el seno de su Congreso políticas de seguridad social. Lo que realmente diferencia a unos sistemas de otros es su grado de democracia, o en términos contrarios la fuerza del totalitarismo que lo rige, colocando en los dos extremos a un gobierno del pueblo y en el otro a un gobierno de unos pocos.
Las dictaduras se ubican en el extremo del Gobierno de unos pocos, en ese grupo tristemente célebre de regímenes que por el afán de poder e intereses económicos son capaces de violentar sociedades enteras. Las dictaduras no saben de derecha o izquierda, cuando se han colocado alguno de esos apellidos es algo simplemente circunstancial.
En el libro Las crisis de las dictaduras (1977) escribe el autor refiriéndose a las contradicciones en estas: “han tenido como efecto principal en esos países una inestabilidad hegemónica de los bloques en el poder, como consecuencia de la intensificación de las luchas entre facciones de sus propias burguesías. Es decir, que la forma de régimen de esas dictaduras militares no permitía la regulación de las contradicciones por medio de la representación orgánica de sus diversas facciones en el seno del aparato del Estado ni tampoco el establecimiento, sin sacudidas graves, del equilibrio de compromisos”.
Lo otro interesante es que el libro se refiere a las dictaduras de derecha (España, Portugal y Grecia), y fue escrito por el sociólogo griego-francés Nicos Poulantzas, claramente identificado con el marxismo. Sin embargo, cualquier lector atento podrá ver las similitudes en cuanto a como las mismas circunstancias que señala Poulantzas aplican para las crisis de cualquier dictadura en general. Al final son las contradicciones internas en el seno de estas lo que termina generando su colapso.
En el otro extremo están las democracias, que aún imperfectas son el sistema político de mayor aceptación a nivel mundial. Con todas sus fallas por qué no hay casos en los que una mayoría aclama por “derrocar una democracia”. La razón es simple, los sistemas democráticos tienen mecanismos institucionales que permite su autorregulación, cuando hay un mal gobierno el mismo puede ser sustituido sin mayores dramas, esto le permite a las personas sentir que su opinión cuenta, y por lo tanto saber que son parte de un cuerpo general llamado sociedad.