Todos escuálidos

En realidad, el escuálido era el que se oponía a la improvisación, a la destrucción de PDVSA, a la ruina de les empresas de Guayana, el que no aceptaba narcos en el Gobierno

No merecemos lo que estamos viviendo, sufrimos el abandono y la traición de un gobierno que nos desprecia, el chavismo fue una farsa, una mentira; sus líderes ocupados en “forrarse” olvidaron sus promesas, preocupados solamente por mantenerse en el poder, no han dudado en encarcelar dirigentes, estudiantes, médicos, periodistas, empresarios y hasta militares que se han atrevido a criticarlos, obedientes a los Castro y por el temor a rendir cuentas, no han dudado en disparar contra los ciudadanos. Albert Camus escritor-filósofo francés lo explicaba claramente: “Toda forma de desprecio, si interviene en política, prepara o instaura al fascismo”. A niños, mujeres, ancianos, gente común e inocente, les son abofeteados a diario sus derechos. 

El régimen opresor comenzó arruinando la producción nacional; empresario que no podían estrangular lo expropiaban, industrial que no se plegaba, lo perseguían hasta obligarlo a exilarse. Después colocaron en puestos de dirección a inútiles e incapaces, lo importante era acabar con todo, destruir instituciones, valores y principios… instalar el imperio de la corrupción, el narcotráfico, los terroristas, los guerrilleros, las milicias y los colectivos.

Todo lo que fuera necesario para desmoralizar, oprimir, destruir esperanzas y someter al pueblo. Un plan bien elaborado en La Habana, que obtuvo todo el apoyo del Foro de São Paolo. Evidentemente los países y organizaciones extremistas que lo conforman esperaban su tajada para vivir de la renta petrolera venezolana y vaya si lo lograron.

Averigüen sobre los contratos entregados a dedo al Brasil de Lula, de las ayudas millonarias a la Bolivia de Evo, a la Nicaragua de Ortega, a la Argentina de los Kirchner. Saquen la cuenta de los barriles de petróleo regalados a Cuba, de los montos de deudas condonadas a los países del Caribe, que votan en la OEA por el ilegítimo de Maduro.

Sin imaginar las fortunas acumuladas por los chavistas en Panamá, Suiza, Andorra o los bancos americanos, que hacen de María Gabriela, de Ramírez y su familia y de cuanto boliburgués robó el erario nacional… las nuevas dinastías bolivarianas, por aquello de que “hijo de gato caza ratones”. A esto súmele los viajes millonarios de los narco-tíos con sus narco-sobrinos, los yates, los aviones, los relojes, las mansiones… y descubrirá dónde están los reales.

Cuando vemos madres haciendo colas interminables intentando conseguir un pollo, padres recorriendo farmacias u hospitales tratando de salvar un hijo, cuando vemos niños llorando de hambre, estudiantes presos, universidades paralizadas, sindicalistas asesinados, periódicos sin papel, ciudades de calles oscuras, aparatos eléctricos quemados por los cortes de luz o cuando no podemos tomar un baño porque no tenemos artículos de limpieza personal o porque cortaron el agua, nos preguntamos molestos, ¿por qué hemos caído tan bajo? Sería mejor preguntarnos ¿por qué el Gobierno se regodea con tanta bajeza? ¿Por qué tanta indolencia? ¿Por qué tanto desprecio por nuestros derechos? Lo han hecho tanto, que se hicieron dignos de nuestro desprecio.

La sociedad se ha endurecido, harta de ser menospreciada en su propio país, perdió la paciencia, no cree en discursos cínicos y en la “habladera de paja” del Gobierno. No se come el cuento de un aumento de sueldo con dinero inorgánico, con un papel moneda sin valor, porque entre la inflación y la escasez no alcanza para nada. El traidor de Maduro, las inmorales y delincuentes del TSJ, y los militares chavistas serán responsables de que la agresividad y el desprecio latentes que existen contra el régimen, se conviertan en violencia.

Una violencia que tendrá sentido para quien la ejerza en busca de condiciones democráticas de vida y de libertad. Un camino peligroso para aquellos que intentan cerrarle el paso a la esperanza y aspiran desviar el camino de la reconstrucción nacional. Un pueblo que aguantó con paciencia todas las mentiras, llegó a la conclusión que la sabiduría popular acierta: “Si un pajarito te dice algo… debes estar loco pues los pájaros no hablan” … no acepta que un “loco vendido” siga decidiendo su futuro, exige justicia frente al Gobierno que continúa arrebatándole la dignidad que como ser humano merece.

Sólo violando las leyes y la Constitución podrán mantenerse, tienen en su contra más del 80 % de los votantes venezolanos, lo que incluye a todos los sectores sociales. El chavismo intentó dividir a los venezolanos, despreció a los que estudiaban o tenían experiencia, se burló de los demócratas, persiguió a todo el que enfrentó sus aspiraciones totalitarias… les desconoció y los despojó de sus derechos, los sometió al escarnio público, reduciéndolos con insultos, los bautizó con el mote de escuálidos, pero jamás logró someterlos, ni comprar sus conciencias.

En realidad, el escuálido era el que se oponía a la improvisación, a la destrucción de PDVSA, a la ruina de les empresas de Guayana, el que no aceptaba narcos en el Gobierno, ni que regalaran los recursos venezolanos. Era el que se oponía a la hegemonía comunicacional y al atropello de líderes estudiantiles y sindicales.

El que se indignó cuando golpeaban mujeres y que no acepta que un país al que le entró tanto dinero, esté en las condiciones de Venezuela. Escuálidos son Ramos Allup, Capriles, Leopoldo, María Corina, Ledezma, Pompeyo o Andrés Velásquez, pero eran también Geraldine Moreno, Génesis Carmona, Bassil Da Costa o el niño Kliver Roa, entre tantos jóvenes asesinados por el régimen. Muertes que horrorizaron a los venezolanos pero que el Gobierno desprecia, ya que según su embajador Chaderton, la bala que atravesó sus cabezas produjo un chasquido distinto por ser escuálidos.

Escuálidos son todos los que quieren que se produzca el referendo revocatorio y que se realice este año. Escuálidos entonces, somos todos los que aspiramos encontrar una salida pacífica a la crisis política, social y económica de Venezuela y todo un pueblo que está pidiendo a gritos que Maduro se vaya.

Mientras cuatro millones de venezolanos se encuentran bajo la pobreza extrema, con una inflación que el FMI teme que supere los 700 puntos en el 2016, Maduro gasta unos cuantos milloncitos de bolívares para celebrar el cumpleaños de Fidel. ¿Quién no se siente escuálido para denunciar el desprecio bolivariano ante el desabastecimiento y la falta de productos de primera necesidad?

¿Quién puede aceptar callado las colas o que los hospitales carezcan de cosas elementales? ¿Cómo no protestar cuando los enfermos de cáncer, de hipertensión, diabetes o los pacientes de trasplantes estén condenados a muerte por el socialismo del siglo XXI?

Escuálidos somos los que esperamos una salida pacífica como el referéndum y que estamos dispuestos a salir de este régimen por cualquier vía constitucional, es la única manera de asegurar que tendremos futuro en Venezuela. Convencidos como Gandhi de que el futuro depende de lo que hagamos hoy.

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