Tragedia inducida por un dúo satánico

Los resultados de ese crimen, que hoy adquiere visos de lesa humanidad, están a la vista y son padecidos por los más pobres del país, que es más del 60 % de la población

Desde el diabólico momento en que el teniente coronel golpista Hugo Chávez Frías, magnicida y genocida frustrado del 4-F de 1992, y el presidente del Banco Central, para la época, decidieron devaluar mil veces el bolívar, se decretó la ruina de Venezuela y el más espeluznante empobrecimiento de nuestro pueblo. ¡Solo Satanás debió ejercer influencia para que el país con mayores riquezas del mundo, como es Venezuela, fuera víctima de semejante perversidad!

Hoy cuando gastamos un bolívar “fuerte”, estamos desembolsando mil bolívares de los de antes o tradicionales; de modo que al hacer una compra de mil bolívares, en la práctica equivale a un millón de bolívares de los anteriores, esos que los autores de la tragedia nacional que ya raya en una hambruna colectiva, lo consideran como un estorbo para poder encubrir la mortal inflación que se avecinaba. Con esa maniobra aparentemente monetarista, los lacayos rojos de Fidel Castro avanzaron aceleradamente, hacia el cumplimiento de las instrucciones impartidas por el siniestro monstruo cubano.

Para proteger al máximo la operación planeada por la dictadura insular, el dúo satánico arriba mencionado, sin escuchar a nadie, ni de sus propias filas, incrementó la presencia de militares insulares en el seno de nuestra Fuerza Armada Nacional. Este nefasto evento, que muchos calificaron como traición a la patria, potenció la militarización y la cubanización del régimen. Sin duda, el eje ruso-cubano-venezolano echó las bases para materializar, en el menor tiempo posible, el caos global de nuestra nación. ¡El despilfarro de dólares en compra de armas, forma parte del plan ruinoso del eje!

Los resultados de ese crimen, que hoy adquiere visos de lesa humanidad, están a la vista y son padecidos por los más pobres del país, que es más del 60 % de la población y la clase media, que se está empobreciendo vertiginosamente. El desabastecimiento de alimentos y medicinas, las interminables colas de los ciudadanos para conseguir una o dos unidades de un máximo de tres productos “regulados” y los inalcanzables niveles de inflación inducida por el régimen, son suficientes y elocuentes ejemplos para repudiar hoy, con toda la vehemencia que sea posible, la intencional perversidad del ya descubierto dúo satánico, inequívocamente exponentes de las peores prácticas nazifascistas.