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Estamos viviendo tiempos de crisis y tribulación, hay una mezcolanza de incertidumbre, expectación, sueño y desespero en nuestros hogares, hoy día coexistimos en un trance, lo que ayer era nuevo y esperanzador, hoy se trocó en furibundo y se ha vuelto arcaico, y otro está naciendo o renaciendo, estamos frente a una coyuntura histórica, de la que saldremos bien librados solo con respeto y tolerancia, nada de mesianismo, ni de cultos al héroe que solo causan desviaciones en el camino, nada de confrontación, ni discusiones estériles en torno a imágenes, que tal si todos unidos “opositores y oficialistas”, a propósito de lo que hoy día nos afecta le hacemos un desagravio a la escasez, la inflación y la inseguridad ciudadana.
En los últimos 40 años de nuestra era democrática, nunca se había visto tantos ciudadanos pendientes del nuevo período de sesiones de la AN. En todas partes, por donde uno transitaba había sintonía total; no le están dando la lectura adecuada a los tiempos que hoy vivimos, o subsistimos para ubicarlo con más exactitud en el espacio actual. De continuar así, aplicando la misma conducta “la política de oídos sordos”, estos recientes resultados comiciales del pasado 6-D, seguirán repitiéndose en cada jornada electoral, y los que hace muy poco tiempo fueron mayorías, muy pronto pasarán a ser minorías y viceversa.
Con la reciente decisión del TSJ de invalidar a los diputados electos por el estado Amazonas, queda en evidencia que su nombramiento entre cantos de gallos y medianoche responde a una estrategia netamente política y no al anhelado sueño “que sube como clamor al cielo” del pueblo venezolano, de impartir justicia, para acabar con tanta impunidad imperante en el país y así contrarrestar el azote de la delincuencia desbordada en franco desacato que ha acabado con cientos de vidas de venezolanos inocentes. ¿Cómo se fortalece la democracia? Perfeccionando sus instituciones, no creando organizaciones paralelas para desdibujar sus funciones y atribuciones, ni colocando en sus direcciones a personas que se creen sus dueños, dando al traste con la credibilidad de las instituciones; durante esta transición histórica, los venezolanos aspiramos alcanzar vivir en paz y en una sociedad en desarrollo, de oportunidades para todos, en civismo, solidaridad y armonía, como ha sido tradicionalmente entre nosotros, así sea.