sábado, diciembre 14, 2024
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Transiciones y hegemonías (I)

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Dentro de esa amplia gama de opciones hay que diferenciar entre las deseadas y las posibles, y más importante aún, las que pueden contribuir a que la salida de la situación actual no desemboque en una situación peor (sí, se puede estar peor)

En Venezuela muchos prevén una etapa de transición más pronto que tarde, de hecho, para algunos ya la misma se encuentra en marcha. El argumento central suele girar en torno a la insostenibilidad de la situación actual, expresada comúnmente con frases como “esto no aguanta más”, y “algo tiene que pasar”. Tal es el nivel de convencimiento que el supuesto central, el que haya un cambio, no se discute, el debate se centra en cómo lograr que ocurra. Hay acuerdo en el qué, mas no en el cómo. Sin embargo, a pesar de la amplia coincidencia en lo primero (“cambio”), las causas que lo colocan como un hecho no van más allá de una grave crisis económica y la geopolítica internacional.

Supóngase que efectivamente hay una transición en puertas, o que de hecho ya la misma se encuentra en marcha, las opciones son múltiples para que esta tenga lugar, las mismas van desde una épica heroica propia de una película de Hollywood, en la que las tropas extranjeras (por supuesto buenas por naturaleza) liberan al país, hasta el otro extremo en el que oscuros negociadores, acuerdan mecanismos para hacer un poco más viable al país y así lograr que los que hoy tienen el poder, lo conserven por más tiempo. Entre estos extremos hay un amplio abanico, el cual va desde elecciones presidenciales, golpes de Estado, gobiernos interinos, entre muchos otros.

Dentro de esa amplia gama de opciones hay que diferenciar entre las deseadas y las posibles, y más importante aún, las que pueden contribuir a que la salida de la situación actual no desemboque en una situación peor (sí, se puede estar peor). Bajo esa premisa, la solución ideal es una salida democrática, en la que un proceso electoral permita que la mayoría decida qué quiere para el país, específicamente, quién desea que lo gobierne en los años por venir. El discurso de la opción electoral se apoya en estudios y teorías, centrados en evidencias sobre cómo los procesos electorales han sido efectivos para salir de regímenes como el venezolano (o peores).

La política no es precisamente una película de Hollywood ni una historia idealista de la democracia, su eje central no es otro que el poder, y por ello este es un elemento clave a considerar. Si se desea tomar como variable, el ejercicio pasa fundamentalmente por dos preguntas: ¿Cómo está distribuido el poder?, y ¿cómo afecta la salida analizada la distribución del poder? La primera interrogante se orienta a determinar la capacidad real de influir de un actor determinado, la segunda se refiere más a las motivaciones de dichos actores. Sobre esos dos elementos se puede elaborar un modelo en el que se clasifiquen los actores en base a sus fuerzas y motivaciones (esto es “Análisis de Actores”).

En términos prácticos, frente a la opción de “intervención humanitaria”, ¿se tiene la fuerza para que la comunidad internacional actúe?, y ¿quién se beneficia con esa situación? En cuanto a la “salida electoral”, igual, ¿es posible exigir elecciones? Y de darse, ¿quién se beneficia? Las interrogantes sobre la fuerza real son difíciles de responder con la información disponible, pero pareciera que la misma es poca desde el lado de la oposición (por ello se recurre a la presión internacional). Las motivaciones son más obvias, y es que quienes desean acceder al poder asumen que permanecerán un largo período en este, la historia reciente de América Latina muestra evidencias al respecto (próximo artículo).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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