La hiperinflación los demuele y con ello se retroalimenta el voraz candelero que hace más miserable la vida del trabajador y su grupo familiar. No podemos sentarnos a esperar la muerte. No nos daremos por vencidos
Venezuela asemeja una olla de presión a la que con cierta regularidad se le libera para que no explote. Hay conflictos sobre conflictos en todos los ámbitos del quehacer ciudadano. El Gobierno nacional “corre la arruga” no para satisfacer reivindicaciones y resolver el problema sino para pausar los reclamos.
Es el caso de las protestas por sueldos miserables que no alcanzan para satisfacer las necesidades más básicas. La hiperinflación los demuele y con ello se retroalimenta el voraz candelero que hace más miserable la vida del trabajador y su grupo familiar.
El personal de las universidades autónomas y las experimentales, asociadas a la Averu, reclamamos también un incremento salarial que nos permita una vida digna; pero trascendemos la reivindicación salarial y requerimos solución a un amplio abanico de dificultades que obstaculizan nuestra labor académico-administrativa. Son 20 años esperando respuestas medianamente aceptables, cansados de ver cómo la universidad se la traga el agujero negro de la ineficacia, la incapacidad y el burocratismo.
Respuestas a problemas actuales como el exilio profesoral, estudiantil y administrativo y las dificultades para ocupar las vacantes académicas. Una infraestructura y equipos que soportan los rigores de su obsolescencia y deterioro a ojos vista. Una Internet y equipos tecnológicos avanzados que permitan acortar la brecha con el mundo de la globalización, para abrir ventanas de oportunidad a los académicos. La crítica situación de la transportación a las instituciones.
Lo más lamentable de esta situación es que la sociedad civil no se hace partícipe de nuestras angustias y reclamos. Más allá de la solidaridad de individualidades y de organismos gremiales profesionales, el resto de la población tan solo reacciona cuando ocurren acciones de calle o el cese forzoso de actividades de docencia.
Esa perspectiva debe cambiar y con esa orientación deben definirse estrategias. Vale decir, ser más acuciosos y creativos en la búsqueda de acuerdos y consensos con la sociedad civil y en particular, el sector socio-productivo, para intercambios, contribuciones o contrataciones que permitan resolver problemáticas específicas.
No podemos sentarnos a esperar la muerte. No nos daremos por vencidos y continuaremos exigiendo atención a la sociedad y al Gobierno nacional solución a nuestros problemas. No solo porque es su responsabilidad sino porque Venezuela necesita y necesitará de la universidad cuando la lluvia lave su cara sucia.